Sin Perdón

Los abucheos a Sánchez

«A Sánchez no le gusta hablar con Feijóo y se ha negado a hacerlo con Abascal, pero no descarta llamar a un fugado de la Justicia como Puigdemont»

No me gusta que un político sea abucheado, pero entra, como se dice vulgarmente, en su sueldo. Ha sido una técnica habitual de la izquierda, no solo de los más radicales sino, también, del PSOE. A Sánchez no le gustan los gritos espontáneos que recibe de los españoles cuando baja de su coche oficial. Ha llegado a la conclusión de que es cosa del PP. Es cierto que le debe resultar desesperante constatar que no le quieren como se merece, ya que es difícil encontrar un estadista de su talla. Las urnas no solo no le dieron una mayoría absoluta, sino que le relegaron a una humillante segunda posición. A un madrileño de pura cepa le derrotó un provinciano. El orgulloso ejército británico de lord Chelmsford cayó derrotado por los zulúes en Isandlwana o lord Conwallis por los rebeldes coloniales del general Washington en Yorktown. Entiendo que le resulte un escenario incomprensible e irritante al amigo de Úrsula y los líderes de la UE.

El problema es que hay muchos españoles, una amplia mayoría que incluye a votantes suyos, que están irritados ante el espectáculo de su negociación con Junqueras, Puigdemont, Otegi y Ortuzar para conseguir la investidura. Al primero lo ha llamado telefónicamente, porque lleva años colaborando con ERC y tienen una base de trabajo y conversación. Es decir, se siente muy orgulloso de su complicidad con los protagonistas de una rebelión contra el ordenamiento constitucional. He decidido utilizar el término rebelión, porque es lo que dijo Sánchez y un presidente del Gobierno es una fuente de autoridad. No es la calificación que decidió el Supremo, pero creo que se ajusta muy bien a las rebeliones políticas que tipificaba antiguamente el Código Penal. Es lo que vivimos los españoles y lo que pretendían los independentistas. A Sánchez no le gusta hablar con Feijóo y se ha negado a hacerlo con Abascal, pero no descarta llamar a un fugado de la Justicia como Puigdemont. Por supuesto, está encantado de sentarse con Mertxe Aizpurua, que no es más que una simple recadera del antiguo aparato político y militar de ETA liderado por Otegi, Ternera y Txapote. ¿Le sorprenden los abucheos?

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)