Opinión

Ahora sí que es para no dormir

«Con el sanchismo los menores pueden cambiarse de sexo a partir de los 16 años sin consentimiento paterno yendo al registro civil simplemente»

El sanchismo político no tiene ni complejo ni contemplaciones a la hora de imponer su agenda ideológica a toda la sociedad en materias estrechamente vinculadas con convicciones éticas, morales o religiosas que no encajan con ella, y que cuando menos deberían ser reguladas por un acuerdo transversal de los partidos.

El derecho a la vida lo ha establecido la izquierda poco después de que se aprobara la Constitución, con las leyes del aborto que impuso tras llegar al Gobierno en 1982, después en 2009 y la última de ayer mismo, de momento. Eso con el aborto, así como con la eutanasia, de tal forma que el derecho a la vida «desde la concepción a la muerte natural» se ha transformado en un derecho a vivir a partir de las 14 semanas, o de la 22 si se trata de un ser humano en gestación que padece alguna discapacidad física o malformación.

En julio de 2021 el Gobierno sanchista aprobó un proyecto para modificar el artículo 49 de la Constitución porque consideran ofensivo el término «disminuido», para cambiarlo por el más políticamente correcto de «discapacitado». La hipocresía se desprende de que a ellos, los discapacitados, se les puede interrumpir la vida hasta las 22 semanas de gestación, mientras que a los demás «solo» hasta la 14, lo que muestra el cinismo de esa iniciativa y el declive moral y ético en el que nos encontramos.

Ahora, tras el escándalo de la ley sanchista del «sí es sí» que para proteger a la mujer de los maltratadores, les reduce las condenas –ya más de 500–, ayer también impusieron la ley «trans», que va a provocar un daño similar, tal y como han experimentado otros países como Suecia y Finlandia que han tenido que echar marcha atrás, mientras en Escocia su Primera Ministra ha dimitido.

Con el sanchismo los menores pueden cambiarse de sexo a partir de los 16 años sin consentimiento paterno yendo al registro civil simplemente, y a partir de los 12 con autorización de un juez si los padres se oponen. Los problemas en competiciones deportivas o en instituciones penitenciarias dan fe de las absurdas situaciones creadas con los cambios de sexo a voluntad por deportistas o violadores. La preocupación se incrementa al percibir que esa agenda ideológica del marxismo cultural es asumida ya de forma pública e institucional por quienes lideran la oposición. España no necesita solo una buena gestión económica, sino que precisa de una alternativa al sanchismo. En efecto, empieza a cundir un insomnio generalizado fuera de La Moncloa.