Al portador
Ahora vuelven a ser los sentimientos, ¡estúpido!
En la noche triste del sanchismo, tras conocer la debacle, cuentan que el presidente escuchó el consejo de los «migueles», Barroso y Contreras
Cayo Julio César (100AC-44AC) está en la historia por muchos motivos, también como escritor. Cuando en España se estudiaba latín en el bachillerato –otros tiempos– uno de los textos más utilizado eran los «Comentarios a la guerra de las Galias». César, militar, pero sobre todo político, dejó escrito que «Los hombres creen lo que desean». Dos mil años después, Tezanos, encuestador oficial del Gobierno, sería un buen ejemplo. También Pedro Sánchez, que piensa que puede renovar el alquiler de La Moncloa. En la noche triste del sanchismo, tras conocer la debacle, cuentan que el presidente escuchó el consejo de los «migueles», Barroso y Contreras. Mensajes salidos desde los alrededores del despacho presidencial, ahora casi todo es por Whatsapp, apuntan que convencieron al líder del PSOE de que mantiene su tirón y que los tres puntos de ventaja que sacó el PP al PSOE el 28-M, sólo él puede recuperarlos, mientras le recordaban que volviera a recurrir al Prestige, los hilillos de plastilina y a una nueva versión del Dóberman, además de explotar sus teóricos logros económicos y de gestión.
Iván Redondo, el protoasesor apartado de Moncloa, apuntaló el ascenso de Sánchez al poder y sus victorias electorales con una estrategia que se resumía en un eslogan: «Son las emociones, ¡estúpido!», adaptación del «Es la economía, ¡estúpido!», que James Carville creó para Bill Clinton. Redondo apeló a los sentimientos porque defendía que en España «las únicas elecciones en las que la economía fue el factor más influyente fueron las de 2011». Sánchez, por ahora, se ha refugiado en lo que llama éxitos de gestión y en unos datos económicos, como los del paro, que mejoran, pero siguen lejos de ser homologables en Europa. Y sí, los precios suben menos, pero llegar a fin de mes es una hazaña para demasiados españoles. Nicolás Redondo Terreros, hijo del histórico líder de UGT Nicolás Redondo, criticó con dureza a Sánchez el jueves en un acto del Colectivo Fernando de los Ríos. Advirtió que el radicalismo presidencial le daba la sensación de volver a los años 30 fratricidas del siglo XX y reclamó algo de emoción socialista, ¡estúpido!, para cambiar el rumbo y una política de grandes acuerdos. «No es de valientes –dijo– un órdago, sino afrontar las responsabilidades. La política no puede ser un casino, con apuestas cada día más grandes y un partido no puede ser algo personal». «El pacto con Podemos –añadió–nos ha quitado la ilusión». Nunca lo citó, pero hablaba de ese Sánchez que «cree lo que desea», como escribió César.
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