Y volvieron cantando

Aznar

Aznar, como Díaz Ayuso anunciando su presencia en la manifestación de Barcelona el 8 de octubre forma parte del ADN del único PP que siempre tuvo recorrido y posibilidades… el que no tiene complejos.

Que el resultado electoral del «23-J» haya sumido al partido popular en una lógica y es de esperar que pasajera melancolía, no significa que tenga que caer en la inanición que sería impropia en un partido vencedor de las elecciones, que tiene la obligación de dar la batalla por la investidura de su candidato y que no puede permanecer en estado de shock ante la gravedad que supone la concesión de una amnistía a Puigdemont y los condenados del «procés» en una infame revisión que señalaría como anómalos cuarenta y cinco años de democracia dando paso, sencillamente a otra cosa. Que los llamamientos a la cordura por parte de Felipe González o Alfonso Guerra fueran acogidos con indiferencia por el actual PSOE está dentro del guion conocida la deriva a la que hace tiempo se aboco esa organización, pero contemplar a toda una portavoz del gobierno en sede de Moncloa y tras un consejo de ministros calificar de golpista a un ex presidente que se limitó a señalar la gravedad de lo que se pretende llamando a una democrática movilización ciudadana bordea la infamia dentro del premeditado envilecimiento de la política que puede acabar demoliendo las bases del estado de derecho.

Aznar cometió algunos errores y brindó muchos aciertos –fui testigo directo siguiendo muy encima la información del ex presidente– pero no vale todo a la hora de emplear según qué calificativos en boca de dirigentes políticos de mercadillo, ignorantes de cómo se crearon millones de empleos, de cómo se nos respetaba en Europa, Latinoamérica y el eje atlántico, de cómo se aglutinaron todas las derechas incluidas las extremas en un proyecto democrático o de cómo se combatió el terrorismo etarra pagando altos precios como la sensación de un presidente en los jardines de Moncloa frente a un guardia civil nota en mano comunicándole que ETA había vuelto a asesinar, a veces a un compañero de partido.

Mal haría la actual dirección del PP embarcada cuidadosamente en la convocatoria de actos contra la amnistía como el previo a la investidura de Alberto Núñez Feijóo, de caer en seculares ruindades como tratar de demarcarse del llamamiento de Aznar, objeto de las andanadas de la izquierda en su estrategia de polarización. Aznar, como Díaz Ayuso anunciando su presencia en la manifestación de Barcelona el 8 de octubre forma parte del ADN del único PP que siempre tuvo recorrido y posibilidades… el que no tiene complejos.