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A pesar del...

La brecha

Aun suponiendo que otros Estados castiguen a la gente más que el nuestro, no es lógicamente válido concluir que esa razón basta para validar una mayor imposición en España

La palabra «brecha» se ha impuesto en la parla correcta como símbolo de cualquier cosa que urja una mayor intervención política y legislativa y un mayor gasto público. No por casualidad, la palabra «vulnerable» también se ha generalizado en el mismo sentido. Reveladoramente, jamás se aplica a los contribuyentes, como si no fueran vulnerables, como si sus derechos no fueran sistemáticamente vulnerados, y como si no se ampliara sin cesar la brecha que separa al poder de sus súbditos. Esa es la brecha que concierne a la libertad de los ciudadanos, que no depende críticamente de la forma del poder sino de sus límites.

Por eso resultan escarnecedores los llamamientos a subir los impuestos en España alegando que hay que cerrar la brecha que separa nuestra presión fiscal del resto de los países europeos. La propia ministra del ramo, María Jesús Montero, la cifró en 4 puntos porcentuales del PIB.

El argumento hace agua lógica y técnicamente. Aun suponiendo que otros Estados castiguen a la gente más que el nuestro, no es lógicamente válido concluir que esa razón basta para validar una mayor imposición en España. Además, la famosa brecha no es evidente, porque medida correctamente, es decir, por el llamado esfuerzo fiscal, que tiene en cuenta la renta per cápita y los contribuyentes, el peso tributario no es inferior en nuestro país al del resto de la UE.

El diario Expansión señaló recientemente otro aspecto interesante: la mayoría de los gobiernos comunitarios ha moderado su fiscalidad en años recientes, con lo que resulta llamativo que la brecha tributaria se mantenga. La percepción de los ciudadanos es diferente: «La última encuesta del Instituto de Estudios Fiscales y el CIS de Tezanos (poco sospechoso de ir en contra de los intereses del Ejecutivo) señalaba que un 43,5% de los españoles considera que paga demasiados impuestos, mientras que para un 55% de los encuestados la sociedad en su conjunto se beneficia poco o nada de soportar una carga tributaria tan elevada».

Concluye el periódico económico que lo que ha sucedido es que el crecimiento de la economía en los últimos años aumentó el denominador de la presión fiscal, diluyendo así «el asfixiante nivel de esfuerzo fiscal que sufren la mayor parte de los contribuyentes, y no sólo ‘los ricos’ como señalan de forma demagógica reiteradamente los portavoces de Moncloa».