Lucas Haurie
3, 15, 99, 350...
Desde el hacha de sílex a los misiles balísticos es increíble lo mucho que ha evolucionado la Humanidad. «Y lo poco que han cambiado las intenciones», apostillaba la sin par Mafalda en una memorable viñeta de Quino. Del 3%, en realidad el 4, por el que se enzarzaron durante cinco minutos Maragall y Mas en sede parlamentaria al «15% para nosotros» del ya celebérrimo pósit de UGT, la porción mangadora de la humanidad española no ha variado un ápice su propósito pero sí evolucionado notablemente sus tarifas. Leían ayer aquí al lado, tras pesquisa de M&M, que la Junta sufragó el 99,94% de la construcción de un par de antros del gang..., una gabela de millón largo de euros otorgada sin atender a ninguno de los procedimientos preceptivos. Los porcentajes crecen en relación directamente proporcional a la sensación de impunidad hasta el gran salto adelante dado en Lucena, centro geográfico de Andalucía, capital del salmorejo y meca de la viruta: del 350% es la coima sindical para un curso de manejo de palas retrocargadoras, percibida íntegra la subvención pero cuyo monitor y proveedores continúan en espera del cobro dos años después. «Quien hace un cesto hace ciento», advierte el refranero sobre estos procederes apoyados en la inercia: han bastado apenas doscientas palabras para comprobar que la inocente comisioncita del clan Pujol ha devenido en un sacar la pasta de la caja pública a puñados de estos truhanes. Por ahí bufa Cándido Méndez con el cuento de la campaña orquestada, cuando es su batuta la que ha dirigido durante decenios a la banda... de Ali Babá.
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