Alfonso Ussía

6 días de diciembre

La Razón
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Tengo que prepararme para soportar, dentro de lo que cabe, mi semana trágica. El 20 de diciembre se cumple el decimoséptimo aniversario del fallecimiento de mi tía Hortensia, que fue –según ABC–, «una dama de acrisoladas virtudes». Para mí, que además de antipática y roña, era muy fea, pero el aniversario de su fallecimiento, como diría Tip, es una fecha señalada. El 21, elecciones en Cataluña, con todo lo que eso lleva y conlleva. El 22, sorteo de la Lotería Nacional. Nunca me toca. No me refiero al Gordo, sino a la pedrea. En 1987 me devolvieron el importe de un décimo por coincidir el último número con el del segundo premio. El 23, se disputa el Real Madrid-Barcelona. En estos momentos, mi pesimismo no puede ahondarse más. Está ya en la soterra. Para mí, que ha sido Roures el que ha planificado la plantilla del primer equipo. El 24, Nochebuena, y el 25, Navidad. Semana intensa en donde se unen el gozo – fallecimiento de la tía Hortensia–, el futuro de España, el certificado de mi ruina, la derrota del Real Madrid, y las fiestas navideñas, que a medida del paso de los años, me deprimen más.

No soy optimista en lo que respecta a las elecciones catalanas. Días atrás, en mi periódico se publicó una encuesta de NC Report muy ingenuamente interpretada. «El actual bloque soberanista perdería la mayoría absoluta». Concedía la encuesta a ERC 41 escaños; a PdeCat, 18; y a la CUP, 6. Efectivamente, la suma no alcanzaba la mayoría absoluta. Pero se olvidaba el apoyo de los podemitas, con 14 escaños. Y no tengan la menor duda de que Podemos es separatista y antiespañol, y se siente mucho más cómodo en la escisión que en la unidad. De ahí mi pesimismo. Por lógica, el apoyo de Podemos a los separatistas haría añicos a la formación estalinista, pero previamente ya habrían fracturado el mapa de España.

Nada que esperar de la Lotería. Intentaré adquirir algunos décimos en «La Bruixa D´Or», cuyo propietario es un tipo admirable. Pero aún así, toda la belleza física que Dios me ha dado y tanto le he agradecido, la ha compensado con un castigo de pésima suerte en los juegos de azar. Ni «La Bruja de Oro» está en condiciones de aliviar mi problema. Y el 23, el Real Madrid contra el Barcelona. El Barcelona no es un buen equipo, pero tiene a Ter Stegen y Messi. Uno se dedica a evitar los goles en contra y el otro a sumar los goles a favor. El Real Madrid ha jugado a canterano y el proyecto –insisto, de Roures–, ha salido rana. No adivino vientos favorables en ese partido. Y para colmo, la Navidad, que acumula como ninguna otra fecha mis melancolías. Nubarrones. Exceptuando el decimoséptimo aniversario de la extinción de la tía Hortensia a consecuencia del brutal ataque de sus perros preferidos –Loló y Sasá–, que prácticamente se la comieron viva, el horizonte se presenta hosco y cimarrón. Se preguntarán los lectores la raza de Loló y Sasá. Pequineses. Muy pequeños pero con un alto sentido del rencor y la venganza. La tía Hortensia los vestía con una capita –carmesí a Loló y Rosa a Sasá–, para sacarlos de paseo. Pasaron mucha vergüenza y el resto de los perros se reían de ellos. Dormía la mona la tía Hortensia –bebía como un elefante–, y Loló y Sasá procedieron al asesinato de su ama, que previamente, les había dejado toda su fortuna en el testamento. Loló falleció y ahora, todo el dinero, la casa, su villa de Ondarreta, y los veinte mil olivos que poseía en Jaén, son de Sasá, que no se muere la muy perra, y hace muy bien.

Semana presumiblemente trágica la que me viene y nos llegará. Y el 28 de diciembre, el Gobierno cerrará TV3 y ya habrá dimitido Méndez de Vigo. Pero de broma, que es el Día de los Santos Inocentes. Qué semanita.