César Lumbreras
¡Agua, agua!
El aniversario de los cuarenta años de las primeras elecciones democráticas en España después del franquismo ha coincidido con la resaca, por lo menos en los medios de comunicación y en el ambiente político, del debate de la moción de censura presentada por Podemos. Y destaco lo de la resaca en los medios y entre los políticos porque nadie de fuera de esos dos ambientes me ha comentado nada, ni se ha referido en mi presencia a lo sucedido esta semana en el Congreso de los Diputados. La verdad es que me ha llamado la atención esta última circunstancia, de la que deduzco que, «a nivel de calle», por utilizar parte de una expresión que hizo famosa Adolfo Suárez, uno de los protagonistas de la Transición, no se ha seguido con mucho interés este debate. ¿Hay divorcio entre lo que se discute en el Parlamento y los asuntos importantes que nos afectan a todos? Yo, de entrada, considero que en las Cortes se debería estar hablando de agua y de la política hidráulica, por ejemplo. Vivimos una situación de sequía muy grave, con problemas en el campo, que parece que quedan muy lejos para los habitantes de las ciudades, pero que se pueden trasladar al medio urbano más pronto que tarde, porque iniciamos la época más calurosa y de menos lluvias del año con una reservas de agua en nuestros pantanos muy bajas –un 22 por ciento menos que la media de los últimos diez años–. Los datos son alarmantes en algunas cuencas y muy preocupantes en la mayoría de los restantes, justo cuando comienza la temporada de más consumo. Se trata de un problema real, que está ahí, aunque todavía no haya llegado a las Cortes. Desde esas elecciones generales de 1977, tan ilusionantes para muchos de los que entonces despertábamos a la vida política, se ha hecho muy poco en España en materia de agua, cuando es uno de nuestros problemas más acuciantes, que se agudiza a medida que pasan los años. ¿Para cuándo un pacto de Estado sobre el agua?
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