¡Al rico presupuesto!

El Gobierno, en un alarde de rapidez, anunció ayer el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para ¡¡¡2017!!! El retraso acumulado se puede justificar por la situación política que se vivió en España el año pasado. Puedo admitir este argumento, pero solo en parte, porque resulta que hace ya cinco meses que el actual Ejecutivo tomó posesión. Además, para más inri, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, debía venir ya con la lección aprendida, porque había desempeñado esta cartera durante los cinco años anteriores. Vamos, que es de suponer que había tenía tiempo de saber lo que se trae entre manos, aunque él podrá argumentar que él sí lo conocía, pero el secretario de Estado, Alberto Nadal, no, porque es nuevo en el cargo. Ahora este proyecto llega a Las Cortes, donde, entre ponte bien y estate quieto, vaya usted a saber cuándo se aprueba, si es que esto llega a suceder, porque la tramitación parlamentaria se presenta complicada y difícil. Derivado de lo anterior, tampoco se conoce la fecha de su entrada en vigor. No sería descartable que fuese al filo del verano, en el mejor de los casos. Todavía recuerdo aquellos tiempos en los que desde el PP argumentaban que era imprescindible un Gobierno con todas las de la Ley lo antes posible, entre otras cosas por la necesidad de contar con unos Presupuestos Generales del Estado ya mismo. Se ve que la prisa que tenían cuando estaban en funciones, desapareció una vez que comenzaron a funcionar del todo. Llevamos un año y tres meses a base de parches, primero en 2016 con una prórroga de las cuentas de 2015 y, luego, durante este primer trimestre del año en curso, con una prórroga de la prórroga. A la vista de los resultados no parece que el hecho de vivir con unos presupuestos prestados haya sido muy negativo para la economía. No lo digo yo, sino que lo reconoce el Ejecutivo en el cuadro económico presentado ayer. Por lo visto, va a ser cosa de ponerse a pensar si estamos mejor con las cuentas hechas o con unas prorrogadas.