Crisis migratoria en Europa
Alcaldes
Setenta alcaldes de otras tantas ciudades europeas se han reunido en Roma para intercambiar ideas y proyectos sobre los Refugiados. Los había convocado el Papa a través de la Academia Pontificia de Ciencias cuyo canciller es Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo. Por parte española han participado las alcaldesas de Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau, más los alcaldes de Valencia, Zaragoza y Málaga. Asistieron también las alcaldesas de Roma y París así como, entre otros, los regidores de grandes ciudades como Berlín, Bruselas, Milán o Zurich. Las cifras hablan por sí solas: en este momento el número de refugiados es de 125 millones; desde el año 2015 a hoy un millón trescientos mil seres humanos llegaron a Europa; otros cinco mil murieron ahogados en el Mediterráneo. Todo indica que este flujo continuará e incluso aumentará en los próximos años como consecuencia de las guerras, el hambre, los desastres naturales, las graves anomalías climáticas. ¿Cómo reaccionar ante el fenómeno de los refugiados?. En la reunión de alcaldes se han oído opiniones muy diversas pero también sustantivas coincidencias. La más importante figuraba en la convocatoria del encuentro: los refugiados son nuestros hermanos. Nadie puede mirar hacia otro lado o cruzarse de brazos ante un drama de tales proporciones. Es, por lo tanto, inútil y estúpido «bunkerizarse» o blindarse, alzar muros y barreras, legislar con la pretensión de detener a los millones de emigrantes considerándoles delincuentes. Los alcaldes, como es obvio, no pueden hacer frente ellos solos a un problema de tales dimensiones; son los gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales quienes deben afrontar el problema. En Roma estos días se han alzado voces lamentando que los gobiernos incumplen los compromisos que ellos mismos han aceptado y se saltan a la torera, por ejemplo, las cifras de refugiados que, en su día, impuso la Unión Europea a sus países miembros. De hecho los más xenófobos y racistas dentro de la UE ( Hungría, República Checa, etc.) boicotearon el encuentro de Roma. El Papa, cuya presencia estaba prevista en el programa, al final no asistió. Su ausencia decepcionó a los presentes que deseaban hacerse la foto con Francisco.
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