Carlos Rodríguez Braun
Asesinos e ideas
La llamada Memoria Histórica busca utilizar genuinas tragedias y verdaderos sentimientos de dolor por hechos del pasado para promover una agenda política del presente.
Leí hace un tiempo un reportaje de Manuel Ansede en «El País» que ilustra la cuestión. Todo el reportaje apunta en una misma dirección: en la Guerra Civil española se enfrentaron buenos y malos, y ganaron los malos. El texto empieza con líneas de Miguel Hernández, y sigue hablando de muertos. Sólo del bando perdedor. La noticia era que en la fosa común de La Pedraja, en Burgos, habían aparecido cerebros conservados.
No se trataba de recuperar restos para que los familiares les dieran digna sepultura, algo que, por cierto, no veo que se haga para las víctimas desaparecidas provocadas por los republicanos. El forense Fernando Serulla dice: «Los asesinos quisieron eliminar a las víctimas, aplastar a su enemigo. Pero no pudieron acabar con sus ideas. Ni siquiera con sus cerebros». No le queda al lector ninguna duda de que para el doctor Serulla las ideas de esas víctimas eran las buenas.
Y tampoco caben dudas sobre la intencionalidad política y no exclusivamente humanitaria de la Memoria Histórica. Dice el articulista: «La existencia de los cerebros preservados no es una anécdota científica. Al microscopio, todavía conservan estructuras nerviosas. Y un estudio preliminar ha mostrado que uno de ellos tenía una hemorragia subaracnoidea, una lesión típica tras un golpe en la cabeza en vida». «Nunca habíamos tenido una evidencia de lesiones traumáticas antes de la muerte. Es un indicio de torturas», destaca Serrulla. El forense recuerda que «el relator de Naciones Unidas Pablo de Greiff ha instado al Gobierno de Mariano Rajoy a dejar sin efecto la ley de amnistía de 1977 y a investigar judicialmente los crímenes del franquismo. Los cerebros preservados en La Pedraja podrían ser una prueba en un juicio».
De eso es de lo que se trata: no de recordar sino de juzgar, y sólo a uno de los bandos que ensangrentaron el país en la Guerra Civil. Porque todo se reduce a «los crímenes del franquismo», sólo el franquismo fue asesino. Los enemigos del franquismo, en cambio, fueron izquierdistas con ideales, poetas con sentimientos. La distorsión del pasado es tan clamorosa que sólo se sostiene como se sostiene, es decir, machacando y repitiendo la falsa versión angelical/demoníaca de nuestro pasado.
Y el uso torticero de la justicia es constante. Por eso he dicho en alguna oportunidad que el ex juez Garzón no es un héroe de los derechos humanos porque persiguió a Pinochet, sino porque persiguió a Pinochet y nunca le tosió a Fidel Castro. Las dos cosas juntas son imprescindibles.
Porque si a los crímenes del franquismo se suman los del antifranquismo, entonces estamos ante el reconocimiento de un pasado terrible, pero un pasado común. Ese reconocimiento lleva a la reconciliación, y fue la base de la transición democrática. Y por eso se la quieren cargar.
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