José Antonio Álvarez Gundín

Batas sucias

Es comprensible que los médicos, las enfermeras y demás personal sanitario se opongan a los recortes. Defender lo propio es la reacción más natural y nadie debería ser estigmatizado por ello. Otra cosa es cómo se entabla la defensa y quiénes la acaudillan, pues de ello depende que una causa justa sea desvirtuada y puesta al servicio de oscuros intereses ideológicos. Véase, por ejemplo, la llamada Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública, en la que militan profesionales competentes, ecuánimes y responsables, pero cuyos dirigentes los utilizan como carne de barricada. El reciente aquelarre ante las puertas del Hospital La Paz, con decenas de energúmenos en bata blanca gritando contra Cristina Cifuentes, ingresada en la UCI, demuestra la indigencia moral de quienes dirigen la Plataforma, que es utilizada como un bate de béisbol en su estrategia del odio al adversario. No se trata de casualidades ni de excepciones de una minoría abyecta. Nada de eso. Es la expresión en estado puro de una izquierdona que alienta un despiadado estalinismo contra el oponente y coloca al frente de esta organización a personajes tan significativos como Ángeles Maestro y Luis Ocampo. La primera ocupó el número 5 de la candidatura de Batasuna en las últimas elecciones europeas; Ocampo figuró en el puesto 22, y su mujer, Doris Benegas, fue nada menos que la segunda de la lista. Ninguno de ellos ha condenado jamás un atentado de ETA. ¿A qué extrañarse, por tanto, de que sus seguidores atropellaran en la red a la delegada del Gobierno en Madrid por segunda vez con ánimo de rematarla? Curiosa manera de defender la Sanidad pública, como no sea para aligerar la lista de espera de quienes no son de izquierdas. Cuidado con las batas sucias que perjudican seriamente la salud.