José María Marco

Becas equitativas

Una beca no es un derecho. Una beca es una prebenda que recibe alguien como premio a su esfuerzo, para cumplir un determinado cometido. Sí es un derecho la educación. Las becas son uno de los instrumentos que los gobiernos utilizan para dar cumplimiento a este derecho. No son universales, como corresponde a un derecho básico, que en nuestro país está cubierto con la enseñanza gratuita y obligatoria hasta los 16 años y con la subvención masiva a la enseñanza pública a partir de ahí.

Por eso la concesión de las becas está sometida a restricciones. Una de ellas es la disponibilidad presupuestaria. La crisis ha puesto en evidencia que no podemos mantener el actual modelo social. No podemos seguir gastando lo que no tenemos. Conviene por tanto pensar qué es lo esencial. En educación, salvada la enseñanza obligatoria, es cuestión de garantizar el acceso a los ciclos superiores a los estudiantes que no puedan pagarlos. En contra de lo que se dice, la exigencia de una nota seria (un mínimo de 6,5, que mucha gente considera demasiado bajo, por cierto) es de las pocas maneras de garantizar ese derecho.

A esto se opone la «equidad», principio según el cual ninguna de las partes comprometidas en un trato debe salir injustamente mejorada. Como los estudiantes de familias con recursos pueden estudiar sea cual sea la nota –se argumenta– debemos compensar este hecho subvencionando a quienes no la alcanzan. Se observará que este uso de la equidad amplía la capacidad de intervención del gobierno hasta el infinito, sin posibilidad de restricción. No hay parte de la actividad humana en la que no se produzcan diferencias de algún tipo. ¿Tiene que intervenir el Gobierno en todas ellas? Pues bien, eso no garantiza la equidad, al revés. Los estudiantes que reciban becas con notas superiores tendrán que compartir los recursos educativos con estudiantes de nivel inferior. ¿Es eso justo, o equitativo? ¿Lo es en un panorama de competencia globalizada? El Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades, no impedir que cada uno llegue hasta donde pueda llegar.

Finalmente, continuar en esta línea suscita el desprestigio de los títulos y la frustración de las expectativas. Afirmar que la beca es un derecho implica, además de un error, una distorsión de la realidad. Los titulados con esas notas nunca van a encontrar el trabajo con el que se les animó a proseguir sus estudios. Todos los sabemos. Ojo con los vendedores de humo y los intereses que defienden en nombre de lo público.