El desafío independentista
Brindar con agua del grifo
No le ha dado Mariano Rajoy a Alfonso Ussía la «sorpresa» que le pedía ayer nuestro acerado columnista. No se ha echado a la espalda el petate, y salido rumbo a Barcelona y este domingo, en lugar de seguir «in situ» el aquelarre independentista del 1-O, lo pasará el presidente atrincherado en La Moncloa. Alejandro Magno lideraba a sus tropas espada en mano y encabezando el ataque. Napoleón se emplazaba en lo alto de una colina para que sus húsares y coraceros le vieran durante la batalla. Rajoy opta siempre por la «variante tecnocrática»: dirigir desde el cuartel general en retaguardia. Frente al golpe de Estado urdido por Puigdemont, Junqueras y sus compinches, esa ha sido una vez más su elección estratégica y sólo dentro de unos meses sabremos si ha acertado. Por prudencia, con una frialdad pasmosa, en lugar de ejercer con todo rigor los poderes que le otorga la Constitución, ha optado por la vía judicial, cediendo la iniciativa a los facinerosos, que llevan semanas saltándose la ley a la torera, metiendo dinero público a espuertas en su ilegal «procés» y desafiando hasta a la Virgen del Pilar. Hoy, les da igual cuántos votos haya y darán los datos que quieran, pero es irrelevante, como los son los selfies, los comentarios en Twitter e incluso las portadas de la prensa internacional. Ahora la clave, lo que determinará el futuro de España como nación es la decisión con que Rajoy, su Gobierno, el TC, los fiscales y jueces afronten los pasos que restan del calvario catalán. Solo apelando a razones de oportunidad se puede entender que la cúpula de los Mossos haya permanecido intacta hasta este 1 de octubre, pero sería prevaricación dejar que el mayor Trapero o la intendente Laplana se vayan de rositas. Ha dejado caer el Gobierno que ni se le pasa por la cabeza negociar con Puigdemont o Junqueras, pero eso no basta. Tienen los jueces que empapelarlos y con ellos a consejeros como Forn, Romeva o Turull. Y deben rendir cuentas ante la Justicia desde el gilipollas de TV3, que botaba sobre un coche de la Guardia Civil, a la mema que facilitaba por radio las posiciones de los agentes, pasando por los profesores fanáticos a los dueños de las imprentas sediciosas. Si Rajoy no empieza a hacer concesiones y la ciudadanía no se olvida de esos empresarios, artistas y curas que tan claro han dejado que nos odian, ya verán como se le bajan los humos al independentismo. Y si esta Navidad tienen que brindar con agua del grifo, no se priven que es muy sano.
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