Pedro Narváez

C’s de costalero

La Razón
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Para llevar en procesión a Pedro Sánchez hasta la Moncloa, Albert Rivera ha tomado el papel de costalero, que por más maratones que le provoque el paso de palio no abandona la comitiva hasta que entra en sagrado. Girauta ha dejado a su atleta que recoja el peso de la fe en los socialistas, que aún le queda caminar descalzo en penitencia algunas semanas más hasta que se consuma el cirio.

Sánchez ha activado el plan «b», una vez cautivo y desarmado el ejército de Podemos, con Errejón expiando el pecado de haberse dejado seducir por el hechizo socialista, la conjura que tantos habían negado, y ha puesto al equipo A de Ciudadanos con los ojos en blanco mirando al cielo, como los cientos de miles de penitentes de España que se flagelan estos días sin ser muchos de ellos creyentes, a ver si llueve. La liturgia socialista busca ahora la confirmación con Pablo Iglesias, qué remedio, después de hacer la primera comunión con Albert, al que se le está quedando cara de estampita, del timo de la estampita.

Si Podemos tenía una crisis de crecimiento –esa lectura superficial que esconde en realidad su juego de tronos–, Ciudadanos la tiene de sufrimiento. La orden Girautana es aguantar pase lo que pase. El discurso socioadano de la investidura paripé no puede ya borrarse. Nada devendría tan ridículo como admitir que aquella cursilada ante «El abrazo» era en realidad ridículo. Los folios de la pereza son hoy un método para dormir sin pastillas. Entonces eran mediocres pero ya son sólo aburridos. Malvadas Señorías llaman a Girauta el tragaldaba, por no emplear términos más escatológicos. Todo lo que no aguantó al PSOE en los momentos en que estaba dentro se lo permite ahora que está fuera como si llevara el remordimiento de Judas. Rosa Díez, otra conversa de la hermandad, dicen que disfruta. A saber. Cuando las gafas de Errejón veas cortar ponga Girauta sus barbas a remojar.

A Ciudadanos el camino siempre se le hace demasiado largo y aún no hemos pasado el primer misterio en esta larga cofradía del disparate que siempre desemboca en el mismo mantra: Rajoy es Herodes y él Poncio Pilato. Rivera no carga con ninguna responsabilidad, se lava las manos, que es su manera de subir en las encuestas. Aguardar a que los partidos del «no» se desmoronen como un castillo de arena para luego pisotearlos como haría un chiquillo en la playa. La semana que viene será la de la pasión de gavilanes, Pedro y Pablo por la carrera oficial y Albert con los puñales clavados pero sin lágrimas en los ojos. Así sería una Dolorosa de Ciudadanos. La procesión va por dentro. C’s es cada vez más homeopático. Ni cura ni hace daño. Y sin embargo los pacientes no dejan de tomarlo. Pasada la Pascua, la que podrían hacer a los españoles, el desenlace, si lo hay, se anunciará para la feria de abril. Y si no, nos haremos cruces en mayo.