Ely del Valle
Candidatos a la brasa
Susana agita los dados y se prepara para anunciar lo que ya sabemos que anunciará. No lo hace en su mejor momento: el pulso perdido frente a espiriman, el debate que se ha abierto con respecto al impuesto de sucesiones – injusto en su pura esencia y sangrante en Andalucía– y su incongruencia al pedir desde un partido que puesta por una España federal que dicho impuesto se armonice (¿en qué quedamos?), han debilitado su imagen de triunfadora «arremangá» con la que salió de aquel congreso de octubre cuando todavía nadie sabía que Pedro Sánchez iba a resurgir de sus cenizas y que a Patxi López aún le quedaban aspiraciones.
De los tres, Susana es la que más carne pone en el asador, la que más se juega y la que más tiene que perder, mayormente porque es la única que tiene algo. O sale de esta ganando o corre el riesgo de sacar a su partido de la Junta de Andalucía en las próximas elecciones autonómicas. Ella lo sabe y por lo que parece está dispuesta a asumir el riesgo. Perfecto. Lo que no parece de recibo es que desde el PP andaluz salgan ahora con la exigencia de que si llega a la secretaría general del PSOE renuncie a su puesto de presidenta de la Junta. Por lo visto, Moreno Bonilla es el único español que no se ha enterado de que Dolores de Cospedal no sólo compatibilizó en su día ambos cargos, sino que aspira a repetir la jugada. De nota, vaya.
El día 26 el PSOE tendrá su trío de precandidatos que no lo terminarán de ser de facto hasta que el partido no convoque oficialmente las primarias y consigan sus avales correspondientes. Ahora, más que saber quién de los tres vence, lo divertido es ver con qué grado de achicharramiento, por exceso o por defecto, llega cada uno. Se admiten apuestas.
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