El desafío independentista
Cataluña, 8-O
El día de ayer también lo estudiaremos en los libros, espero que como feliz punto de inflexión hacia la recuperación del «seny». Este desatino separatista, este inoportuno virus medieval emergido en casa, en pleno siglo XXI, nos quiere matar de la pena pero, visto lo visto, Carles Puigdemont y los suyos lo llevarán claro si pretenden declarar la independencia unilateral el próximo martes. ¿Cómo ignorar a todos esos cientos de miles de paisanos, saliendo un domingo de sus casas para cantarle vivas a España? ¿Cómo obviar lo que ha sucedido a las puertas de su propia casa, en el centro de su ciudad, frente a la sede de la Policía, en la estación de Francia o en las portadas de toda la prensa, aquí y allí? ¿Cómo seguir ciegos ante semejante despliegue de senyeras y banderas españolas y europeas, todas por la unidad de España? ¿Cómo no descubrirse nerviosos ante el éxodo creciente de su industria y la inquietud lógica de su población, haciendo colas en entidades aragonesas o andorranas para trasladar la cuenta corriente?
Barcelona ha mutado como por arte de magia en sus balcones: ha pasado de la estelada a la españolada gracias a la valiente convocatoria de la Sociedad Civil Catalana. Por fin la multitud silenciosa ha salido del armario, espero que ya para siempre, a defenderse del racismo nacionalista y a pedir la sensatez básica, que es la seña de identidad más noble de los catalanes.
Me enorgulleció este 8-O por quienes hablaron a las cámaras sin miedo y porque, más que protestas, hubo celebración pacífica de aquello que nos une. También me cautivó la energía dialéctica de Josep Borrell y Mario Vargas Llosa al finalizar la multitudinaria marcha. El Nobel se nos presentó como un vehemente y pasional antinacionalista. Borrell llegó a emocionarme cuando nos habló desde las entrañas, exclamando verdades con el ansia del que necesita justicia, ayuda, comprensión. Borrell sufre, lo mismo que tú. Borrell no pide prisión para Puigdemont porque, de eso, ya se ocuparía la Justicia. Le agradezco desde aquí la franqueza al denunciar la manipulación ideológica que ejerce este Govern a través de su televisión pública, las menciones a Forcadell y Junqueras y, sobre todo, su petición de que, ahora más que nunca, nos acerquemos a su tierra con afecto. Cuando insistió en que compremos cava, me faltó tiempo para salir a cumplir su deseo. ¡Todos a brindar ya por Cataluña!
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