José Ramón Pin Arboledas
Ciudadanos europeos, no sólo estados
Lo que se está viendo en Chipre es la desesperación de los ciudadanos, no la de su Estado. Los estados no tienen alma, no sienten. Las que sienten son las personas. La democracia es el sistema que permite a cada ciudadano influir en las decisiones de los gobernantes a través del voto secreto e individual de cada uno. Pero en la UE los gobernantes no dependen del voto popular. Sus intrincados mecanismos de llegada al poder desdibujan la democracia. Los dirigentes que alcanzan la Comisión, el BCE, la Presidencia del Consejo, la del Eurogrupo... deben su posición a los representantes de los estados miembros o a complejos mecanismos de selección eurocrática. Por eso no tienen sensibilidad sobre los sufrimientos del ciudadano de a pie. La falta de democracia directa es también un error técnico. La propuesta inicial de gravar todo tipo de depósitos chocó con la oposición del Parlamento de Chipre. Sus diputados sí se la juegan con el voto popular y, por eso, no pudieron avalar el acuerdo. La Europa de los estados debe dar paso a la de los ciudadanos.
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