Toni Bolaño

Cuando el río suena

El conseller de Presidencia del gobierno de Artur Mas, Francesc Homs, se ha estrenado en esta legislatura en su nuevo cargo de macroconseller, responsable de relaciones exteriores y portavoz de la Generalitat. Lo hizo desplegando el tema preferido del Govern. Anunció la creación en febrero del Consejo Catalán para la Transició Nacional, un órgano clave en el proceso secesionista. Más allá de la cortina de humo envuelta con lazo y bandera –estelada, por supuesto– Homs tuvo que dedicarse en su primera aparición pública a la desagradable tarea de tapar vergüenzas y tirar balones fuera.

Tapar vergüenzas o el desaguisado de la adjudicación a Acciona de la empresa pública Aguas Ter Llobregat. En paralelo a la toma de posesión del nuevo gobierno, los antiguos responsables de la conselleria de Territorio cerraban el trato con la empresa de José Manuel Entrecanales que pagaba a tocateja 299 millones. Con el acuerdo, la Generalitat reducirá 1.000 millones de déficit a cuenta de lo que se pagará durante la concesión. Apenas una semana después, el organismo público de contrataciones –que para más inri depende de Presidencia– anuló la privatización porque no se ajustaba a derecho. En un capítulo de república bananera, Homs daba la solución: la Generalitat pleiteará consigo misma. O sea, que el Govern presidido por Mas recurrirá ante el Tribunal Superior de Justicia la decisión de su organismo contractual, que depende de Mas. Sin palabras.

Tirar balones fuera o cómo no reconocer los planes para despedir hasta 20.000 trabajadores de la Generalitat, entre interinos y personal laboral. A preguntas de la redactora de LA RAZÓN no tuvo más remedio que asumir que «habrá ajustes en el capítulo 1 –personal– y afectará al conjunto de la masa salarial». Al mismo tiempo, Homs afirmaba que las informaciones periodísticas se situaban «en el terreno de la rumorología» sin tener en cuenta que esos rumores se basan en informaciones facilitadas por el mismísimo ejecutivo, del que forma parte el propio Homs.

Cuando el río suena, agua lleva. Y este río va desbordado. Los planes para despedir masivamente existen. Hay que recortar 4.000 millones y la eliminación de una paga extra en 2013 sólo supone el ahorro de 380. Para reducir la masa salarial sólo existen dos caminos. O más recortes salariales o reducir personal. En eso está la Generalitat aunque se camufle bajo el epígrafe rumorología. Ciertamente, «pintan bastos» como dice Homs. El culpable ya está tiene fijado: España.