Fernando Vilches

Dar las gracias

La Razón
La RazónLa Razón

Estamos viviendo esos momentos especiales que cada año nos trae la Navidad: para unos, llenos de felicidad y de ternura, sobre todo si hay niños pequeños alrededor. Belenes entremezclados con árboles llenos de luces que transportan a los peques a un mundo mágico, aunque todavía no entiendan el auténtico significado de la Navidad. Para otros, llenos de tristeza, fundamentalmente por las ausencias y alguna cuita familiar. Para los que creemos en el Niño nacido en Belén, uno de los misterios más excelsos de la existencia humana, es una época de introspección y de meditación. Pero hoy, recién estrenado este año, quiero pensar en la gente a la que quiero y debo algo bueno en mi vida. Así, agradecimiento a los dos premios gordos que me tocaron hace años: mi mujer y mi hija: con ellas todo cobra sentido. A mis amigos del alma, no son muchos, pero ellos saben quiénes son, por estar siempre a mi lado. A mis maestros y profesores que me inculcaron ciencia y conciencia, algunos desafortunadamente ausentes. A mis antiguos alumnos del colegio Joyfe, quienes, tras muchos años sin vernos, me siguen queriendo y me ayudan a mejorar. A mis compañeros de la Universidad, a los profesores buenos (también muy pocos) y al personal de administración y servicios (estos muchos más y de todos los campus), por compartir momentos buenos y malos, y a mis princesas de la cafetería de Fuenlabrada por alegrarme con su cariño los días lectivos. A mis compañeros de la redacción de Cultura&más de LA RAZÓN, porque son excelentes profesionales y mejores personas. A mi padres (ya ausentes) por lo que me dieron, enseñaron y corrigieron y a mi familia presente (sobre todo a mis sobrinas) por su afecto permanente. A militares, policías y guardias civiles por cuidarse de nuestra seguridad. Y a ese Niño por habernos traído un hermoso mensaje de amor y de esperanza. Y a ustedes, mis des (conocidos) lectores, por su paciencia infinita.