Carlos Rodríguez Braun
Dastis y Campofrío
El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Alfonso Dastis, aseguró que los jóvenes que han salido de España a estudiar o a buscar trabajo como consecuencia de la crisis muestran «inquietud, amplitud de miras y adaptabilidad a nuevos horizontes». Añadió: «Ir fuera enriquece». Y ardió la Troya progresista. La empresa Campofrío preparó un spot de Navidad con parejas en la vida real que conviven y se quieren, siendo sus ideas completamente opuestas. Y siguió ardiendo. Empecemos con el ministro. Todo sucedió en el Pleno del Congreso, cuando Pablo Bustinduy, diputado de Unidos Podemos, le preguntó sobre qué iba a hacer el Gobierno para atender a los jóvenes españoles emigrados. Ante la respuesta del ministro, la corrección política, indignada, lo acusó de ser un insensible, de ser el típico derechista que no tiene corazón ante los jóvenes que se van, prácticamente expulsados de España. ¿Es que no se da cuenta de que el Estado tiene que atenderles? Éste es el razonamiento más general: como no hay libertad, como nadie hace nada libremente, y, desde luego, no emigra por propia voluntad, el Estado tiene que intervenir para ayudar a los ciudadanos. El pensamiento único es, casi por definición, un pensamiento fofo. En la acción humana, así, jamás ve complejidad, jamás percibe que, como dijo Coleridge al subrayar el talento de Shakespeare: «Ningún hombre, sea héroe o santo, actuó jamás con un solo motivo». Por supuesto que muchas personas emigran porque hay paro, pero también pueden mezclarse otras causas, y también pueden esas personas aprovechar una situación difícil para mejorar en varios sentidos (me lo sé bien: soy un inmigrante). Más notable es que se persista en pedirle al Estado que «ayude» a los inmigrantes, cuando es el mismo Estado que provoca el desempleo con sus políticas intervencionistas.
El spot de Campofrío (https://www. youtube.com/user/campofriospain) desató las iras del mismo tipo de individuos dogmáticos que no son capaces de ver la cooperación humana: todo lo ven como conflicto, lo que es políticamente importante, y peligroso, porque subyace a los regímenes totalitarios, desde los fascistas hasta los comunistas, pasando por los fundamentalistas religiosos. Y en el vídeo se ve el cariño que puede unir a creyentes y ateos, derechistas e izquierdistas, independentistas y españolistas, manifestantes y policías, etc. Esto es lo que no pueden tragar unos bárbaros que inmediatamente compararon las situaciones entrañables que pinta el spot como si mostraran a Hitler y Anna Frank comiendo juntos: es exactamente lo contrario lo que muestran esas imágenes (y, por cierto, hay mucha gente supuestamente progresista que siempre se acuerda de Anna Frank mientras que al mismo tiempo abomina de Israel). Otros alegaron que no pueden unirse víctimas y victimarios de la Guerra Civil, repitiendo la falsedad que tantas veces se repite, de que el bando perdedor del conflicto fue el «demócrata». Por cierto, en este caso no falta mención a la Memoria Histórica, que esgrimen quienes hacen todo lo posible por enfrentar a los españoles de modo irreconciliable. No lo conseguirán. Incluso muchos inmigrantes ayudaremos a que no lo logren.
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