Alfonso Merlos
Derrota total
Siempre han estado ahí. Nunca han fallado. Se llaman Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y las volvemos a encontrar en lo de siempre. Achatarrar, doblegar, acorralar, proceder con el uso de la fuerza y la razón contra los que se entregan al ejercicio persistente y sistemático del delito. Por descontado, defender todavía en primerísima línea de fuego a las víctimas del terrorismo de quienes se entregan a humillarlas y vapulear sus derechos.
Y es lo que toca. Meterles mano, con las pruebas disponibles que no son pocas, a quienes prostituyen las instituciones. Por su nombre los conocemos, y por sus acciones. Da igual que se trate de Bildu, Sortu o Amaiur. Se han obstinado en provocar a los demócratas, en sacar la cara por los etarras, en minimizar y, por supuesto, bajo ningún concepto condenar el terrorismo callejero que aún recorre las calles del País Vasco.
Penoso. Algo por todos conocido. Porque era la panoplia de estrategias y tácticas y operaciones perpetradas por Batasuna y que terminó, demasiado tarde pero en un acto de justicia, con la ilegalización de lo que era un entramado criminal en toda regla. Así que la pregunta es: ¿nos encontramos ante algo sustantivamente distinto o se trata de los mismos perros con distintos collares?
Es una cuestión de ley, de ética, de pura racionalidad democrática. Los lacayos de los etarras y quienes hemos luchado para frenarlos de ninguna manera podemos coincidir ni mezclarnos en la misma calle ni en la misma plaza. Debe quedar claro. Puede quedar claro. Con la Abogacía del Estado, con la Fiscalía, con la Audiencia Nacional en pleno movilizada contra estos lobos con piel de lobo es posible la derrota total de ETA. Por cierto, la única derrota posible.
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