Alfonso Ussía

Desorientados

La Razón
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Después del mejunje de la Asamblea de Murcia, creo que es oportuno orientar a los «Ciudadanos» de Albert Rivera. En democracia es inadmisible que a falta de un voto para la mayoría absoluta, el PP se convierta en oposición y «Ciudadanos», «Podemos» y el PSOE se unan para dominar un Parlamento a espaldas de la ciudadanía. Siento simpatía por el emergente partido de Rivera, pero esa simpatía no me condiciona. Rivera no ha analizado todavía de dónde le han llovido los votos. En un alto porcentaje, de votantes decepcionados del Partido Popular, muchos de ellos arrepentidos de su salto ante el nauseabundo panorama que han dibujado el PSOE y «Podemos» en el horizonte. El apoyo a Susana Díaz en Andalucía entra en la normalidad democrática por respeto a la mayoría. Pero ese respeto desaparece en Murcia, que ha confiado en el PP de manera abrumadora, aunque se haya quedado a las puertas de la mayoría absoluta. «Podemos» se sabe dónde está. En la ruptura del sistema democrático, en la amenaza, el odio, y la ignorancia vindicativa. La falsa y mentirosa suavidad profesoral de sus dirigentes se ha convertido en un choque de faunas diversas que mueven sus embestidas con la única fuerza del resentimiento. El PSOE está con «Podemos», a pesar del disgusto de muchos socialistas que asisten con estupor a la humillación acuclillada de sus dirigentes ante el estalinismo. Y «Ciudadanos», sinceramente, no se sabe dónde está. Como el cuento del farero. –¿Está el farero?–; –no, está reunido–.

No se puede plantear una exigencia férrea y un tanto chantajista al PP de Madrid y olvidar los ERE en Andalucía. Insisto en que el apoyo de «Ciudadanos» a Susana Díaz no debe alarmar a nadie. Sí la diferencia de trato que está recibiendo Cristina Cifuentes por parte de «Ciudadanos», que entra en el ámbito de los agravios comparativos. No se me antoja inteligente que «Ciudadanos» reparta el mismo pienso a ganados tan diferentes para quedar bien con toda la granja. Y menos inteligente aún que se empecine en ignorar el origen de sus votos, que bajo ningún concepto los recibió para apoyar a «Podemos», como ha hecho en Murcia y otras localidades. Todo es muy bonito y suena muy bien. La regeneración y esas cosas. Pero estimo que es conveniente para culminar la regeneración que se regeneren también las conciencias y responsabilidades en «Ciudadanos». Repartiendo «chupachups» a diestro y siniestro según los caprichos imperantes, van a perder el respeto que han ganado merecidamente durante su fortalecimiento como partido político.

Sociológicamente, «Ciudadanos», cuya actuación en Cataluña ha sido el origen de su lanzamiento, se sitúa con mucha más intensidad en los aledaños del liberalismo que del socialismo, que ha dejado de ser una socialdemocracia de acuerdo a sus últimas decisiones. Pedro Sánchez se ha emplastado entre el Pablo Iglesias de ayer y el Pablo Iglesias de hoy y puede terminar muy malamente, llevando al PSOE a la cercanía del abismo.

La estafa que ha consumado «Ciudadanos» en Murcia es, sencillamente, deleznable. No es de recibo. No merece «Ciudadanos» ser flor de temporada, como la UPyD de Rosa Díez, que hoy representa la estética del abandono y de la ruina.

«Ciudadanos» está obligado a respetar a los votantes que han confiado, quizá sin imaginarse el resultado total de las elecciones, en la aparente frescura y limpieza del partido de Rivera. En nada coinciden los elogios de anteayer con las críticas ácidas de hoy.

Regenerar no es robar a un partido democrático lo que le pertenece para compartir el botín con los menos votados. Una vergüenza, o mejor aún, una desvergüenza consumada.