Julián Redondo

¿Dónde está el fútbol?

La Razón
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Preguntaba Jerry Lewis: «¿Dónde está el frente?» en una satírica película que dirigió e interpretó y no cosechó el éxito del «Profesor chiflado». Poquita gracia. Tampoco lo que despliega el Atlético es como para embelesar y a ratos cabría preguntarle: «¿Dónde está el fútbol?» El Barcelona minimiza a los rivales de tal manera que los hace parecer muy inferiores, caso del Arsenal, que, sin embargo, exigió tres paradas a Ter Stegen. Hace tiempo que el fútbol español ha rebajado la mitología de la Premier a la insoportable levedad del ser, con la venia de Kundera. El Atlético, en cambio, consigue el crecimiento uniformemente acelerado de sus adversarios por una razón elemental: ni con Jackson ni sin él le mete un gol a una silla. Hace seis partidos, Griezmann convertía en gol todo lo que tocaba. Ahora no obtiene premio ni en un mano a mano con el portero.

El PSV, empujado por una grada efervescente y vocinglera, consciente de su inferioridad, recurrió al método «De Jong», sin llegar a la patada en el pecho, y trabó demasiado a menudo el rudimentario ataque rojiblanco, difícil de culminar por la imprecisión en el pase y por la falta de inspiración de Griezmann, esa llama que titila, y Vietto: dos ocasiones, dos fallos.

Frente a diez, el Atlético procedió a embotellar al PSV, con una excusa más para encerrarse, y luchó por la victoria. Ni dispone de un tridente ni de un vidente que adivine los huecos por donde introducir lo esencial, el balón. De ahí el empate, un 0-0 esperanzador si encuentra el fútbol y no se descuida.