Alfonso Merlos

El ADN marxista

La Razón
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Era cuestión de tiempo. La cabra tira al monte. Pero cuando se trata de los testaferros de ETA en las instituciones –así lo entiende el Supremo– los movimientos son lentos y sigilosos, aunque decisivos. Así se entiende, según revela LA RAZÓN, la idea cuajada de Bildu de instituir una caja de ahorros. Un grave error, sí. Y pura coherencia de los mal llamados patriotas navarros, también.

Primero, porque quienes beben de las fuentes ideológicas del marxismo, el estatalismo y el dirigismo en la economía siempre estarán dispuestos a marginar al sector privado –también en el ámbito financiero– en beneficio del público. Segundo, porque los herederos de Batasuna abanderan cierto modo de adanismo ya formulado por aquel entramado terrorista desarticulado: o sea, ignoran las advertencias que marca el interés general, y todos sabemos y sufrimos lo que ha significado en España la deriva del sector «cajero» en los últimos años. Tercero, porque esta izquierda extrema que emparenta con Sortu y Amaiur está en la convicción omniabarcante de influir y condicionar al máximo la vida de la sociedad a través de un poderoso instrumento con capacidad ingente, por ejemplo, para la concesión de créditos.

Los votos tienen consecuencias. La formación de gobiernos, más aún. Y el de Bildu se halla en el imparable proceso de acreditar que es un Ejecutivo que en la Comunidad Foral está volcado en ir contracorriente, en desatender el correr de los tiempos, en desoír las recomendaciones sabías sobre cómo se debe reconstruir España después de la crisis.

Como en la fábula del escorpión atribuida a Esopo, si preguntásemos a los portavoces bildutarras: «¿Por qué ahora esta ocurrencia que no traerá nada bueno?»; sin dudarlo contestarían: «No hemos tenido elección. Va en nuestra naturaleza».