Fernando Rayón
El arranque de la legislatura
Se cumplen treinta días de la investidura del Presidente del Gobierno. Un mes del pacto del PP con Ciudadanos. Todo el mundo se sentía feliz con el gobierno de tecnócratas pasados por la socialdemocracia y parecía que incluso el congreso del Partido Popular se prometía tranquilo después del anuncio de Mariano de que se volvería a presentar. Todo tranquilo. Sólo faltaban los pactos en la Ley de Educación y en la Reforma Laboral. Y en esto va y se muere Rita.
Su inesperado fallecimiento, dos días después de declarar en el Supremo, fue una sacudida en el partido. Algo se había hecho mal con aquella mujer que les hizo ganar tantas veces la alcaldía de Valencia. Y lo que hizo mal el PP con ella y con otros fue no ampararla después de tan buenos servicios. Pero la culpa era del pacto con Ciudadanos y su exigencia de que los imputados fueran apartados del partido. Y hubo un rifirrafe de declaraciones entre Rafael Hernando y José Manuel Villegas y poco más. Ciudadanos no cede y el ministro de Justicia, Rafael Catalá, dice que el pacto va de maravilla. Y a otra cosa.
Y la otra cosa es la nueva Ley de Educación. Decía Méndez de Vigo –ministro listo e inteligente: no es fácil que coincidan ambas cosas– que no había tiempo para poner en marcha una nueva ley de Educación. Pues parece que sí va a haberlo. Y es que el PSOE puede ceder en muchas cosas –Reforma Laboral incluida, ya lo verán– pero en la Educación pone pie en pared. Por ahí no pasa. Jamás permitirá –así ha sido durante toda la Transición– que la derecha ponga en marcha una Ley de Educación. Todas han sido suyas, y así nos ha ido. Y como Ciudadanos es una comparsa oportunista, se sumó desde el principio no a la reforma de la ley, que eso sería algo razonable, o al menos vendible, sino a su derogación. Un desastre.
Pero si algo ha podido enseñarle a Rajoy la muerte de Rita es que las ideas y las personas deben defenderse. El PP ha podido hacer cosas absurdas, como renunciar a cambiar la Ley del Aborto de Rodríguez Zapatero o subir los impuestos, pero lo más terrible fue no saber o no querer explicarlas.
Ahora, con las lecciones de lo que no se debe abandonar a su suerte, podría recuperar sus principios, sus ideas, sus gentes. Vemos que en Estados Unidos y quizá en Francia triunfan líderes que defienden ideas, cambios, nuevas leyes... Las cosas vienen así. Y aunque sus ministros estén encantados con las políticas socialdemócratas, no estará de más que miren de reojo a esos nuevos-viejos líderes que llegan al poder con ideas propias bajo el brazo. El pensamiento débil de Gianni Vattimo ha dejado de ser la ideología de los bien pensantes que no querían molestar a nadie y que había que instalar en la vida pública y privada. Llegan otros tiempos. Y si el PP, en lo que queda de legislatura, no se pone a ello, vendrán otros que le robarán la cartera. Lo de Rita ha sido un aviso –que diría Aznar– pero Rajoy siempre tiene en su mano disolver y, hoy más que nunca, no debe transigir con todo lo que intenten imponerle. Su oposición está en otra cosa. Pedro Sánchez en Xirivella al ritmo de «La Internacional» y del Color Esperanza de Operación Triunfo –cada vez más superficial– y diciendo a la Gestora que «Vuestro tiempo acabó». Podemos en Cuba creyendo que es el futuro. Y Ciudadanos pensando dónde se instala entre unos y otros. Vienen tiempos nuevos.
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