Martín Prieto

El asesinato como arte

El asesinato como arte
El asesinato como artelarazon

Sortu ha pagado 70.000 euros de nuestros forzados impuestos a un bufete británico para representar a la asesina en serie Inés del Río ante la apelación del Gobierno español a la sentencia del Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo que consideró ilegal la «doctrina Parot». Uno de aquellos magistrados es López Guerra, que metió un gol en propia portería. Secretario de Justicia con Zapatero éste le empotró en la Corte de Estrasburgo para cumplir con una de las exigencias de ETA en el proceso de paz de Disneylandia: arrumbar dicha «doctrina» y eyectar a los presos más sanguinarios. Los abogados ingleses llevarán en sus portafolios el librito «Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes», de Sir Thomas de Quincey, para aliviar la deontología profesional. Charles Manson nunca mató a nadie pero fue el inspirador de las matanzas de Beverly Hills en las que murió la actriz Sharon Tate, esposa de Roman Polansky, a la que con dieciséis puñaladas desventraron su feto de ocho meses. Sentenciado a cadena perpetua, cada tanto se le evalúa con participación de los deudos que aportan su opinión no vinculante. Como continúa siendo un animal salvaje nadie piensa en EEUU que se vulneran sus derechos humanos si fallece en prisión. Carlos, Vladimir Ilich Ramírez, alias «Chacal», predecesor de Bin Laden, dejó una teoría de asesinatos terroristas hasta que comandos franceses le capturaron en Jartún. Condenado a la perpetua revisable hasta su abogada ( con quien se casó ) sabe que morirá en prisión sin que se alegue su presunto derecho humano. Con la bolsa de terroristas y otros convictos por delitos aberrantes que tenemos, no aumentamos las penas con efectos retroactivos sino que aplicamos otros reglamentos penitenciarios acordes con el sentido común. ¿No se estaba muriendo Bolinaga? ¿No estaba enfermísimo De Juana? Lo que nos pasa es que los bienpensantes recostados en lo políticamente correcto, rechinan cuando oyen lo de la cadena perpetua, aunque sea revisable. Nos hemos quedado en la redención de penas por el trabajo, del franquismo.