Benedicto XVI
El buen pastor
El próximo domingo un nuevo Papa se asomará a la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus. Bastante antes el mundo conocerá quien es el sucesor de Benedicto XVI, cuya elección se puede producir en cualquier momento a partir de las cuatro y media de la tarde de hoy, hora señalada para el comienzo del Cónclave. Desde el anuncio de la renuncia de Ratzinger se han escrito y se han dicho muchas cosas sobre cómo debería ser la Iglesia del siglo XXI y, por lo tanto, sobre el perfil del nuevo Pontífice. No soy ningún vaticanista y desconozco, casi por completo, quien es quien en el colegio cardenalicio y por lo tanto les ahorro cualquier pronóstico. Lo que sí creo saber es que la Iglesia, entendida como el conjunto de los creyentes, necesita de certidumbres en estos tiempos en los que el relativismo se ha convertido en la nueva gran religión y, quienes la predican y la practican a diario en todas las esferas de la sociedad, exhiben sin ningún rubor un dogmatismo muy superior al que ellos critican cuando se refieren a la Iglesia como Institución. En esta situación de crisis de valores, que no sabemos bien si es la causa o el efecto de la crisis económica que ha sumido en la desesperación a millones de personas, quien se asome a la plaza de San Pedro para pronunciar sus primeras palabras como nuevo Papa debe ser, ante todo, un buen pastor. Un guía en medio de la gran confusión que es seña de identidad de este tiempo. Y para guiar la mejor luz es el ejemplo, y ejemplos no faltan aunque no se valoren suficientemente. La labor de ayuda que las organizaciones dependientes de la Iglesia están llevando a cabo con los verdaderamente necesitados es la mejor linterna que el nuevo Papa puede llevar en su mano para que mucha gente encuentre el camino.
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