Juan Iranzo
El camino adecuado
El contexto económico en Europa se ha deteriorado en la primera mitad del año como consecuencia fundamentalmente de la prolongación de la crisis de la deuda pública en la eurozona. La sensación de incertidumbre y de desconfianza es importante, agravada por las posturas neonacionalistas de algunos países de la Unión Monetaria. Sin embargo, la economía de Estados Unidos sigue avanzando por una senda de recuperación, si bien su crecimiento continúa por debajo de su tasa potencial y existe cierta preocupación con respecto al elevado nivel de sus déficits y deuda públicos, y las economías emergentes, por su parte, conservan gran dinamismo, aunque también han ralentizado sensiblemente su ritmo expansivo. Las tensiones en torno a la deuda soberana se reanimaron desde finales de marzo, después del breve respiro proporcionado por los voluminosos préstamos a tres años concedidos por el Banco Central Europeo (BCE) a las entidades financieras europeas.
Sin embargo, un avance importante en la dirección correcta del euro es el pacto por la estabilidad de las cuentas públicas. El proceso de consolidación presupuestaria es una condición básica para recuperar la confianza de los mercados. Consolidar las cuentas públicas significa reducir el déficit estructural hasta, según los términos de dicho pacto, el 0,5% del PIB. Hasta el 3% de déficit que permite el Pacto de Estabilidad y Crecimiento queda un margen muy amplio para el funcionamiento de los estabilizadores automáticos. Es por esta razón que el debate actual entre austeridad y crecimiento es falso. Austeridad no es lo opuesto a crecimiento: al contrario, es la condición necesaria para éste.
Otra condición imprescindible para la recuperación de la confianza de los mercados es la creación de la unión bancaria para la reestructuración y el saneamiento del sistema bancario europeo, y por supuesto del español con la línea de crédito concedida directamente por 100.000 millones de euros. Hay que recordar que los mercados interbancarios europeos permanecen cerrados, al igual que los mercados de capitales para las emisiones de las entidades financieras, lo que pone de manifiesto que aún existe gran desconfianza con respecto a la situación de éstas. El principal motivo de la recaída de la economía europea a partir del último trimestre de 2011 se encuentra, precisamente, en la restricción crediticia derivada de la incapacidad de las entidades bancarias europeas para conceder financiación a la economía real, como consecuencia del deterioro de sus balances.
Asimismo, es preciso mejorar la competitividad europea, para lo que el Pacto por el Euro Plus y el Programa Nacional de Reformas conforman la hoja de ruta para salir de la crisis, si bien en el desarrollo de la legislación y en la toma de medidas se podría ser mucho más ambicioso. Las reformas estructurales que se han adoptado hasta la fecha eran necesarias, sin embargo no han llegado todo lo lejos que hubiera sido deseable. Por ello, en el futuro se necesitarán actuaciones más contundentes tanto en el ámbito de la consolidación fiscal como en el de las reformas estructurales con el objetivo de disipar toda duda sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas. Al mismo tiempo, se deben emprender actuaciones más rápidas y decididas en el seno de la eurozona para que la lentitud y la falta de compromiso no contribuyan al incremento de la incertidumbre. En definitiva, es necesaria una firme apuesta por el euro.
La desconfianza que existe hacia la economía española explica las fuertes tensiones en torno a nuestra deuda pública y las enormes dificultades que ahora tenemos para obtener financiación en los mercados internacionales. El principal motivo de dicha desconfianza se halla en el déficit de las comunidades autónomas y en la situación de las entidades financieras. Se han dado ya los pasos necesarios para corregir ambos problemas con la Ley de Estabilidad Presupuestaria, que proporciona al Estado los instrumentos de que carecía para imponer mayor control y disciplina a las CCAA, y el fuerte esfuerzo de consolidación fiscal -65.000 millones de euros en tres años-, aprobado por el Gobierno, y con las medidas de reforma y saneamiento del sistema financiero. La salida de la crisis en España requiere tanto de actuaciones propias como de la firmeza del Eurogrupo con el proyecto del euro.
El problema del saneamiento del sistema bancario, por su parte, avanza hacia una solución definitiva con las últimas reformas del Gobierno y la financiación europea, y la auditoría a que se está sometiendo el sector; pero, en cualquier caso, hasta que se haya completado la aplicación tanto de las medidas contenidas en dichas reformas como de las adicionales que se adopten una vez se conozcan los resultados de los análisis, pasará más de un año en el que el crédito seguirá estancado.
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