Ciudadanos
El chanchullo imperecedero
El mismo día en el que el Tribunal Constitucional tumba el pucherazo en la mesa del parlamento regional, la Fiscalía solicita una severa pena para el mil veces consejero Luciano Alonso. Vaya, vaya... Pareciera que la querencia por el chanchullo de los responsables junteros sobrevivió a las hégiras de Manolo & Pepe, imputados y (antiguos) residentes en San Telmo. El rastro de la corrupción es duradero y su olor, persistente. Proclamar el advenimiento de un tiempo nuevo cuando la camada gobernante se ha criado con la leche de esos pechos supone un ejercicio vano que, irremisiblemente, conduce a la melancolía. El sectario mayor del reino, Juan Pablo Durán, preside la cámara autonómica. Timonea la sede de la soberanía popular el dirigente que defendió sus turbias actividades económicas del pasado (una tentativa de alzamiento de bienes para timar a la Seguridad Social y una sanción del Banco de España por zascandilear en una caja de ahorros) con el argumento de que sus críticos eran «franquistas» que deseaban verlo «fusilado en una cuneta». Un prodigio de sutileza dialéctica y de ahí, hacia abajo. Transitar el camino de la moralidad con semejante elenco es como pretender producir películas de arte y ensayo dirigidas por Mariano Ozores. La renovación no puede ser una mera cuestión cosmética, y mucho menos con un maquillador «en cap» como Juan Marín, siempre tan burdo en el disimulo del churrete: al portavoz Ciudadanos hubo de advertirle el letrado de la cámara de que su empeño en ser el cirineo de Durán en la tarea de impedir que se debatiesen las iniciativas de la oposición lo situaba al borde de la prevaricación. La (carencia total de) ética es el flanco débil del PSOE andaluz, como bien saben sus adversarios pero sobre todo sus enemigos internos.
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