Enrique López
El discurso del Rey
Me sumo a la felicitación a SM el Rey por su gran discurso de Navidad, en el cual resumió de forma brillante los problemas de nuestro país, y apuntó los caminos a seguir: corrupción y regeneración democrática, crisis económica y recuperación garantizando eficientemente el Estado del Bienestar, secesión en Cataluña y unidad de España confiando en la Constitución. Este último problema encuentra su solución en la Carta Magna tal cual se cerró en el gran Pacto de 1978; la crisis económica se está venciendo, aunque con mucho sacrificio. La corrupción se está combatiendo desde el Estado de Derecho, y a pesar de lo que algunos piensan, con notable éxito. Pero no cabe duda de que se debe proseguir en el impulso regenerador de nuestra democracia, pero sin caer en obsesiones ñoñas e impostadas. Estudiemos el origen de la corrupción y sus causas, y no caigamos en la tentación de obsesionar a la ciudadanía con la necesidad de operar grandes cambios en nuestras instituciones, la mayor parte de las veces innecesarios. Los corruptos, al igual que los terroristas, nos perjudican doblemente, una con el delito y otra obligándonos a reformas las leyes para defendernos de sus tropelías, debiendo limitar nuestros propios derechos para ser más contundentes en la lucha. No caigamos en el error de cuestionar a los muchos y probos responsables de la función pública y política por culpa de aquellos que han abusado de lo público. No nos obsesionemos, seamos eficaces. Como decía Cicerón: «La honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho». Por ello elogiemos a los muchísimos servidores públicos que cumplen con su deber, y no alimentemos a los populistas con inútiles flagelaciones en forma de cuestionamiento del sistema. Es muy sencillo: cumplir y hacer cumplir la ley, nada más y nada menos.
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