Restringido

El discurso del rey

La Razón
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Como es tradición cada Nochebuena, SM el Rey se dirige a todo el país para dar su mensaje anual y felicitar la Navidad a los españoles. Este año el discurso era especialmente esperado por cuanto que confluyen distintas circunstancias de gran trascendencia: el primer año de su reinado, sus primeras elecciones generales, el desafío independentista, el incierto escenario de gobierno, la importancia de su papel moderador... La Casa Real ha sido consciente de esa importancia desde el primer momento. El hecho de cambiar de escenario, de la calidez del domicilio familiar en el Palacio de la Zarzuela rodeado de ambiente navideño a semejanza de las familias españolas a la solemnidad del Palacio Real y del Salón del Trono, donde se realizan los actos más relevantes del Estado, símbolo de la Corona y de su papel institucional, constituye ya de por sí el primero y quizás el más importante de los mensajes que el Rey envió. Con ello quiso señalar la unidad de España y su fuerza, fruto de nuestra historia común, reflejada en nuestra Constitución y representada en la Corona, en sus instituciones y en sus símbolo, y el papel moderador que le atribuye la Constitución para, a continuación, remarcar las líneas por las que debe discurrir la configuración del nuevo mapa político surgido de las elecciones, y el marco legal y constitucional en el que deben sustanciarse los retos independentistas a los que nos enfrentamos.

La llamada al diálogo, a la concertación, al respeto a la Ley y a la Constitución fueron la constante en sus palabras, en la línea de la moderación que ha caracterizado su actuación desde la llegada al Trono, concretando los dos grandes retos que debe abordar nuestro país: formación de Gobierno y unidad de España, con referencias también a la Sanidad, a la Educación, al crecimiento económico y el empleo digno como ejes del bienestar de los españoles. Fue un gran discurso, en una acertada ubicación, bien enfatizado, y con acento en las preocupaciones que tenemos los españoles a corto plazo. La formación de un nuevo Gobierno que goce de un mínimo de estabilidad para mantener el crecimiento económico y la recuperación tan necesaria se antoja especialmente compleja ante el resultado electoral y la inicial negativa del PSOE a facilitar la investidura del partido más votado, junto a la fuerte división interna de sus barones en cuanto a la pretensión personal de Pedro Sánchez de buscar una alianza que le permita gobernar con un partido como Podemos, que establece como condición necesaria la consulta soberanista en Cataluña, y que es aliado de otras opciones políticas que, además de plantear la ruptura para otros territorios, no reconocen al Rey su papel constitucional, como acaba de ocurrir con el Gobierno de Navarra, al excluirle de la entrega del premio Príncipe de Viana al que tradicionalmente asistía como tenedor de ese título. Este hecho, comunicado por un simple correo electrónico a la Casa Real el día de antes, es muy grave, no sólo por la falta de respeto rayana en la mala educación, sino por cuanto pone de manifiesto la determinación de estas opciones políticas tras las elecciones celebradas en nuestro país a lo largo de este año, de llevar adelante sus pretensiones sin respetar el marco legal y constitucional vigente. Circunstancia que exigiría una respuesta contundente por parte de un Ejecutivo fuerte que en la actual situación se antoja compleja e incierta, con el peligro que ello supone para nuestro país. La misma gravedad y la misma incertidumbre sobre la contundencia en la respuesta tiene el desafío de los independentistas, que, como era de esperar, quieren aprovechar la dificultad para formar un Gobierno fuerte y estable y el respaldo obtenido por las opciones políticas favorables al proceso, en Cataluña con Ada Colau y a nivel nacional, con Podemos y Pablo Iglesias, para acelerar el proceso que parecía encallado por la posición intransigente de la CUP a apoyar la investidura de Mas, y que ahora curiosamente parece que está a punto de cambiar. Sin duda el discurso del Rey ha estado a la altura de lo esperado para identificar los retos más importantes que tenemos en España en los próximos meses y en la orientación para afrontarlos. Esperemos que su mensaje sirva para poner cordura y acierto en la solución de los mismos, y confiemos también en que su papel moderador sea suficiente para hacerlo.