Julián Redondo

El estigma de La Rosaleda

El estigma de La Rosaleda
El estigma de La Rosaledalarazon

El 22 de diciembre de 2012 la vida deportiva de Iker Casillas giró 180 grados. Hasta ese día, y durante cinco años conscutivos, había sido elegido mejor portero del mundo. Mourinho le quitó los guantes para dárselos al hoy portero del Betis, Adán, y luego a Diego López porque le gustaba más. Ancelotti le rescató sólo para Liga de Campeones y Copa. En la final no estuvo afortunado. Acusó la inactividad, que provoca la falta de confianza y demostró el miedo que nunca tuvo, o que supo ocultar. No obstante, Vicente del Bosque le mantuvo en la portería de la Selección, quizá porque Víctor Valdés, hoy sin equipo salvo que la ley diga lo contrario, estaba lesionado. Pero eso nunca se sabrá. Contra Holanda se contagió de los errores de sus compañeros, o viceversa; ante Chile entró en el campo demacrado y jugó uno de los peores partidos de su carrera, acaso el peor. Casillas había entrado en barrena. Iker necesita nuevos estímulos, quizás en ese otro equipo que no encuentra; o que Villiam Vecchi, el preparador de porteros que aconsejó a Carlo Ancelotti confiar en Diego López, le recupere para la causa. Casillas tiene tres años más de contrato y un obstáculo que arruga a los pretendientes, una ficha de 9 millones anuales. Posiblemente sea el portero mejor pagado del mundo; pero está lejos de ser ahora el mejor cancerbero del planeta. Atlético, Holanda y Chile le han desarmado; pero es imposible que sea un futbolista en fase terminal, agotado; no puede ser que el considerado mejor portero del mundo hasta 2013 hoy sea un petardo. Quizá le convenga un cambio de aires, olvidar el estigma de La Rosaleda y remontar el vuelo; si continúa en el Madrid, tendrá que esforzarse para recuperar la confianza del club y de los aficionados, que ahora ven, paradojas de la vida, en Keylor Navas al nuevo Casillas.