IVA
El IVA del cine, sí
Hace un par de días, los medios de comunicación filtraron que Hacienda tenía pensado ceder a las presiones del lobby del cine y minorar el IVA que grava a esta industria desde el actual 21% hasta el 10%. El Ministerio rápidamente desmintió la noticia y Podemos aprovechó para cargar contra los populares: las buenas noticias, dijeron, duran muy poco con el PP. Sin embargo, no queda del todo claro por qué Podemos, una formación fervientemente partidaria de incrementar el tamaño del Estado a costa de succionar recursos de la sociedad, debería considerar una «buena noticia» el que un impuesto se reduzca. A la postre, para los de Pablo Iglesias, tanto el IRPF, como las cotizaciones a la Seguridad Social o el Impuesto sobre Sociedades son figuras fiscales que deben ser sádicamente multiplicadas para sufragar un incremento exponencial de los desembolsos gubernamentales. Pero, al parecer, el IVA del 21% que grava a la industria cinematográfica debe ser inmediatamente recortado por algún tipo de emergencia social. Acaso cupiera pensar que la tributación española de las entradas de cine constituye algún tipo de anormalidad dentro de Europa, en cuyo caso Podemos tan sólo estaría izando la bandera de equipararnos con nuestros socios comunitarios. Y, ciertamente, uno puede mencionar países donde el IVA del cine es sustancialmente más bajo que en España: en Francia es del 5,5%; en Bélgica y Holanda, del 6%; en Alemania, del 7%; en Irlanda, del 9% y en Italia o Finlandia, del 10%. Sin embargo, uno también puede mencionar muchos otros países europeos donde el IVA del cine es muy similar al español: en Malta es del 18%; en Reino Unido, Eslovaquia, Estonia y Bulgaria, del 20%; en Letonia y Lituania, del 21%; en Portugal, del 23%; en Grecia, del 24%; y en Hungría, del 27%. De hecho, dos de los países talismanes de Podemos, Suecia y Dinamarca, mantienen un IVA sobre el cine del 25%: estas dos referencias podemitas a la hora de gastar no lo son, empero, a la hora de recaudar para sufragar su Estado sobredimensionado. Al final, todo se resume en que la política fiscal no es realmente neutra e imparcial, sino que también se utiliza como una herramienta para imponer castigos y para recompensar favores. Dado que el mundo del cine suele apoyar electoralmente a los partidos de izquierda, éstos le ofrecen una menor fiscalidad a modo de contraprestación monetaria, aun cuando ello suponga caer en la más evidente incoherencia ideológica.
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