Martín Prieto
El jurado mediatizado
Si José Bretón hubiera cometido lo suyo en Houston, sus abogados no hubieran tenido problemas en trasladar el juicio a El Paso o a Amarillo para intentar alejar a su cliente ( bajo inyección letal) de una burbuja televisiva en la que dan su opinión desde el policía que le detuvo a una teoría de chamanes, expertos en inteligencia emocional, comunicación no verbal, lectores de labios y por supuesto, psiquiatras, psicólogos y hasta psicoanalistas. Doce jurados por sorteo se han excusado, y yo habría hecho lo mismo por subjetividad, convencido de que este licántropo ultimó a sus hijos para desgraciar de por vida a una mujer: es parricida, infanticida y misógino destructor del alma femenina allá donde más le puede doler. A mayor abundamiento garantista, el jurado lo componen siete mujeres y dos hombres en un clima de mal llamada violencia de género al que no pueden ser ajenas las señoras. Hombres y mujeres pueden tener el mismo criterio de calidad, pero la objetividad es una flecha lanzada hacia una diana utópica que se mueve al albur del «chau-chau» o los medios de comunicación. El jurado es anterior al franquismo pero de él tenemos muy poca práctica y lógicas prevenciones. Salvo la extremosidad de que nos juzguen por haber robado una carretada de pan para comer, los españoles prefieren entregarse a magistrados antes que a conciudadanos sorteados en la sede del delito. En el caso Bretón, en el que no hay cadáveres, ni testigos ni confesión, y se entrecruzan un error forense sobre unos huesos con una dudosa custodia de las pruebas, hacen falta profesionales de la Justicia y no un «remake» de «Doce hombres sin piedad». Éste lúcido enfermo mental será condenado y en 23 años obtendrá beneficios penitenciarios para dar suelta en la calle a su venganza social. Si el incinerador de su propia prole no merece (teóricamente ) la cadena perpetua revisable, es que no sería aplicable ni al estrangulador de Boston. ¡Y nuestros jurados sólo se aislan para el veredicto! Todos los juicios mediáticos acaban mediatizados.
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