Pedro Alberto Cruz Sánchez
El objetivo de PhotoEspaña
Que la edición 2014 de PhotoEspaña esté consagrada al devenir de la fotografía española en sus fases más históricas y contemporáneas podría considerarse como un «recurso fácil» y dentro de la normalidad si no fuera porque, en rigor, el arte español suele interesar muy poco –y sobre todo a los propios españoles. Salvo excepciones realizadas con voluntad sectaria o revanchista, el arte español de las últimas décadas carece de atalayas privilegiadas desde la que ser contemplado y evaluado en su justa medida. Más allá de los relatos fáciles, de los clichés de siempre transmitidos de generación en generación, no existen cartografías escrupulosas que permitan orientarse con seguridad en ese bosque ignoto que supone la creación española más reciente.
Es indudable que gran parte de la culpa de este fenómeno de «desorientación» la tiene una crítica española casi inexistente, y lastrada por una pereza secular a la hora de emprender labores de reconocimiento. En España, la del crítico se ha limitado casi exclusivamente a la redacción de textos breves para catálogos que, de una parte, responden a la extensión máxima de letras impresas capaz de ser leída por un ciudadano medio, y, de otro, constituye las única actividad reflexiva que en un país generalmente inculto da dinero. El resultado ha sido una atomización insufrible y estéril del esfuerzo analítico, imposible de coordinar y de poner en común ni siquiera por la más entusiasta y hábil de las mentes compiladoras. Todo lo que se ha hecho hasta ahora sirve para muy poco. Quien, por diversas razones, pretenda conocer las grandes líneas –movimientos, grupos, discursos, etc.– que han guiado el desarrollo del arte español durante el periodo democrático se encontrará con que no existen documentos mínimamente ambiciosos y trabajados en los que apoyarse. El vacío es dramático. De ahí que la iniciativa de PhotoEspaña de generar una narrativa sólida sobre la experiencia fotográfica española de las últimas décadas resulte reveladora de la altura de miras del mejor festival y evento artístico que se celebra en nuestro territorio. Para vender lo que somos, primeramente alguien tiene que haber tenido la curiosidad mínima de investigar lo que hay. El problema del arte español es de raíz: su desconocimiento vergonzoso incluso por parte de aquellos que son sus protagonistas.
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