Angel del Río
El otro 2 de mayo
Doscientos cinco años después de aquel mayo histórico en el que el pueblo de Madrid se levantó contra el Ejército invasor de Napoléon, la capital de España se enfrenta a otro mes de mayo donde la ciudad tendrá que resistir ante la invasión, esperemos que incruenta, de sus calles, de los espacios públicos, de los edificios. El calentamiento social pone el horno de los conflictos al rojo vivo. Se nos avecina un mayo con nuevo levantamiento de los trabajadores del Metro y mareas que nos llegan desde todos los puntos cardinales de la ciudad: la de las batas blancas de la Sanidad; la de las batas verdes de la Educación, las de las batas negras de la función pública municipal, y las de las batas multicolor, que son aquellos que, alentados por el frenesí sindical, tomarán la calle para protestar por algo y contra alguien. Y es que los sindicatos, contra más aceleran más calentitos se ponen.
Con nuestra democracia ya curtida y las libertades consolidadas, en estos días se han puesto en boga dos palabras que deberían estar erradicas del diccionario de la democracia: acoso y asedio. Acoso a los políticos del PP y a sus familias; asedio a la representación de la soberanía popular que es el Congreso de los Diputados. Madrid lo absorbe todo, pero de vez en cuando se nos atraganta tanta revuelta callejera y nos ponemos al borde de un ataque de nervios. Madrid es la universidad a la que vienen a doctorarse todos los reivindicadores del país, altavoz de España.
Y los madrileños sufrimos con cierto estoicismo, no exento de obligada resignación, los zarpazos de las manifestaciones, concentraciones, revueltas, paros y huelgas. Mayo es el mes de flores, pero con un invierno tan generoso en lluvias, la floración puede matarnos; con un invierno tan prolífero en conflictos sociales, la primavera puede atar nuestra movilidad. Habrá que retocar el refranero: Marzo, ventoso/ abril, lluvioso/ sacan a mayo/ tenso y peligroso.
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