Ely del Valle
El partido partido
El desafío soberanista ya se ha cobrado su primera víctima, que no es otra que el PSC que, no contento con poner en un brete a papá PSOE cada dos por tres, ahora se desmigaja como polvorón en un tablao flamenco. De tanto repetir que España no se rompe por una consulta, la que se ha terminado quebrando ha sido su cúpula que, tras contemplar hace un mes cómo el ex consejero de Educación durante el Gobierno tripartito se convertía en número dos de ERC para las elecciones europeas y de tener que lidiar con los sectores más soberanistas decididos a apoyar el traspaso de competencias para celebrar el referéndum, ahora suma una nueva deserción en masa en la Ejecutiva de la Federación en Gerona que es la consecuencia cantada de una esquizofrenia ideológica que le lleva a ser o no ser PSOE según las circunstancias y a apuntarse o no al carro nacionalista según la conveniencia.
El PSC se rompe y lo hace de dentro hacia afuera perdido en una falta de identidad clamorosa: ni ellos mismos saben si son carne o pescado. Dentro del partido se dice una cosa y la contraria y sus propios miembros se etiquetan dependiendo de si se consideran adalides de la patria catalana o hijos de Rubalcaba. Todo un despropósito heredado de aquellas políticas de Maragall y Montilla que les llevaron a hacer un mix con los postulados de ERC que tanto y tan efectivamente han calado en parte de su militancia.
De momento Mas ha conseguido quitarse de encima a su máximo competidor por el sibilino método de ofrecerle la navaja para que él mismo se haga la sangría, y el resultado es que hoy el PSC es, además de un dolor de muelas para el PSOE, un partido partido que va perdiendo poco a poco todos los palos del sombrajo.
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