María José Navarro

El puñetazo

Ha dicho el Papa que si le insultan a la madre se lía a puñetazos y se ha armado un lío gordo con el ejemplo escogido sobre los asesinatos en París de los viñetistas. Ya se sabe que con el Santo Padre pasan cosas muy curiosas y en esta ocasión no podía ser menos, de tal forma que el estado actual de la humanidad es de noqueo. Hasta este instante, el Papa Francisco había conseguido convencer a casi todos, a propios y a extraños, pero después de lo del puñetazo han aparecido las grietas, tanto entre los católicos como entre los que, sin creer, estaban de parte de este cura argentino de armas tomar. Y se habla de gauchada, de populismo, de Peronismo, se desliza que quizá no esté a la altura que requiere su misión. Se le señala como el pastor equivocado que entiende la venganza por encima del martirio. La izquierda ata cabos y se recompone para desterrar su creciente simpatía y la derecha ahora quiere ser Charlie, con lo mal que le sienta a la derecha el humor cuando se trata de lo suyo. No seré yo la que venga a reinterpretar al Papa, que no tengo ni altura ni capacidad para hacerlo, pero creo entender que lo que Bergoglio trata de hacer es tender una mano a los musulmanes. Trata el Papa de encontrar un camino donde encontrarse con los islamistas moderados, hacerles comprender que entiende su molestia, su enfado, que no se puede ofender una y otra vez sabiendo que se ofende. Quizá el problema de este Papa es ser demasiado hombre de a pie, un hombre normal que no sabe disimularlo. Por cierto, a mi madre, que no me la toquen, ¿eh?