Bruselas

El terrorismo entra en la campaña

La Razón
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Bruselas no ha dejado de reverberar sobre las campañas electorales americanas, esencialmente confirmando posiciones enunciadas ya hace meses. Todos los candidatos tratan de mostrarse fuertes, pero de maneras distintas. Por supuesto Trump trata de desbordarlos a todos, saliéndose del tiesto. Los recientes atentados han sido una nueva oportunidad de confirmar lo ya dicho. Sus exabruptos de macho alfa pueden hacer las delicias de sus conversos, pero inspiran desprecio en el resto del espectro político. El tema, que había pasado a segundo plano, tras las políticas comerciales y migratorias, ha vuelto al primero por unos días. Las bravuconadas de Trump sólo son una pieza más de su retórica y apuntalan los aspectos xenófobos de sus actitudes ante los inmigrantes. También sus elementos de aislacionismo. Ha vuelto a arremeter contra la OTAN, como alianza costosa y, con aliados como Bélgica, inútil. Los restantes en liza, Ka-sich incluido, han subrayado la necesidad de reforzarla en las presentes circunstancias.

Hillary, como no podía ser menos, ha destacado el activo que su experiencia supone para dirigir la lucha contra la amenaza terrorista. Cruz no ha sido en ningún momento muy explícito con el tema, pero habló en una ocasión de proceder a un «carpet bombing» del Estado Islámico. Un término de la jerga militar americana que quiere decir un bombardeo tan intenso que equivale a depositar una alfombra explosiva sobre la totalidad del área que constituye el objetivo. Probablemente, le sonaba bien, pero no conocía el significado exacto. Los militares no tardaron en explicárselo y la inviabilidad de su propuesta.

Puesto que cada uno defiende su maximalismo antiterrorista como el más eficaz y más aceptable para su clientela, no parece que ése vaya a ser el tema decisivo de la campaña, aunque resurgirá en la lucha final por la Presidencia.

Mientras tanto la gran cuestión es Trump, los daños que va a infligir a su partido y la manera de atemperarlos. Si se hace con la candidatura, perderá estrepitosamente frente a Hillary. El deslenguado multimillonario con cero en conocimientos políticos no ha conseguido llegar al 50% en ninguna de sus múltiples victorias. Es ya imposible que ninguno de los dos rivales que le quedan consiga superarle en delegados, pero es posible que llegue a la convención republicana de julio con menos de la mitad. En ese caso, ha proclamado, el candidato con más delegados, él, debe ser el elegido. ¡Naranjas de la China! Ésa no es la regla de ninguno de los dos grandes partidos y hay importantes precedentes en contra de lo que Trump pretende. Precedentes de que, tras varias, o muchas votaciones, el que llegó con menos compromisarios salió finalmente triunfante. Incluso de que la victoria correspondiese a alguien que no había participado en las primarias y fue presentado en el curso de la convención. Y más de uno de esos candidatos se hizo con la Presidencia. Los delegados quedan liberados de su compromiso después de las primeras votaciones. Al fin y al cabo, su misión es elegir a alguien que pueda ganar al rival. Ésa es una de las razones por las que Kasich, gobernador de Ohio, el más aceptable para el aparato del partido y los que se catalogan como moderados y único que hoy por hoy vencería a Clinton, sigue adelante con su puñadito de votos sin las más mínimas posibilidades de victoria. Una lucha a tres puede restarle más votos al primero de la lista que un cara a cara. La suerte no está aún echada.