Ely del Valle
El voto barricada
Mucho decir que en esta campaña sólo se va a hablar de programas, pero a la hora de la verdad, todos tiran del voto del miedo, que ese sí lo entendemos todos. Votar a favor para votar en contra. Aquí somos mucho de eso, de utilizar el voto como barricada más que como intención de un deseo, de ir a las urnas para frenar en vez de para impulsar. Se suponía que los nuevos venían a la política para introducir grises en un país de blancos y negros, y que el PSOE se sumaba con euforia a la iniciativa. Sin embargo, no hay nada como un buen cubo de sondeos preelectorales helados para que la realidad le haya devuelto a Pedro Sánchez al denostado mensaje del voto útil.
«Si dependo de los votos de Pablo Iglesias, nunca seré presidente del Gobierno», ha dicho. Y es tan verdad como que si depende de los mismos que le votaron hace seis meses, tampoco lo será. Al PSOE se lo están comiendo por los pies los de Pablo Iglesias, tal y como se veía venir desde que Podemos saltó a la piscina política impulsado por el trampolín de las aulas y los platós, y sospecho que el punto cuasi felpudo que adoptó Sánchez cuando comprobó que las cuentas de sus hipotéticos acuerdos nunca figuraron en la hoja de ruta de los morados, no ha hecho más que acelerar el proceso.
Los líderes que no saben anticiparse a las intenciones del rival y solo lo reconocen cuando ya les han dejado tirados en la cuneta, no son los que más confianza generan. De ahí que ahora Sánchez se aferre al eterno mantra del voto útil, a ver si así, con el «Si me queréis, no irse» como eslógan en la sombra, consigue cuando menos, no volver a hacer historia con un resultado que haga bueno el malísimo del 20-D.
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