Iñaki Zaragüeta
Elecciones ¿inevitables?
¿Quién iba a decir en la noche del 26-J que Pedro Sánchez pondría en jaque a todos los barones de su partido y, como mal menor, tendrían, unos y otros, que aceptar unas terceras elecciones? Porque ésa es la opción por la que se inclinan hoy los expertos en política, al menos aquéllos cuya opinión me producen más confianza, a falta de los resultados de Galicia y País Vasco.
Lo cierto es que el secretario general del PSOE ha conducido a quienes se creían los pesos pesados de la organización a un callejón complicado. Presionar para llegar a una confrontación no les conduce a nada. Si ganaran Susana, Page, Lambán... y lo derrocaran, nunca podrían darle la Presidencia a Rajoy. Y por otro lado, no pueden exponerse a una derrota por las consecuencias graves que les provocaría internamente en la formación.
Igualmente, Sánchez está impedido a una alianza con Podemos, separatistas, comunistas y demás siglas de la izquierda radical porque nunca conseguirá la aceptación de la totalidad de su Comité Federal, ni tensar la cuerda hasta el punto de provocar una ruptura por nadie deseada.
Por más que la sultana andaluza y quienes la acompañan en la posición más razonable, dejar gobernar en minoría a Rajoy, rehuyan acudir a unos nuevos comicios por el riesgo de seguir descendiendo en votos, perder influencia y dar a Sánchez la baza de compararlos en su cuesta abajo, no han podido eludir que el secretario general se haya sacado de la chistera la consulta a los militantes como fortaleza infranqueable para sus detractores. Desde la convicción, además, de que en esa tercera oportunidad seguirá aumentando la ventaja sobre Podemos y todo el conglomerado de izquierdas. Así es la vida.
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