Ciencia

En busca del cosmos

La Razón
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En mitad del verano, mientras los atletas muerden el crono, un papel científico amenaza con descoyuntarnos. Investigadores de la Unidad de California en Irvine anuncian la posibilidad de que exista una quinta fuerza. O sea, que a la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza nuclear débil y la fuerte podría añadirse otra, sin bautizar, y a la que han llegado gracias al descubrimiento de una partícula desconocida por parte de un equipo de investigadores húngaros. Seguían la pista de la materia oscura, indetectable excepto de forma indirecta pero que viene a ser el 22% de la material total del Universo (la energía oscura, también reclusa y misteriosa, y responsable de que las galaxias se alejen, representa el 74%; el resto, lo realmente observable, supone el 4%, una ínfima parte del total). Los magiares querían encontrar un «fotón oscuro» y en su lugar habría surgido un fascinante y sensual «bosón X». Qué espléndido lío. Qué ciclogénesis explosiva de partículas y modelos para soñar durante las próximas décadas. Vivimos días vertiginosos en la física, empantanada desde hace tiempo por la dificultad de acoplar la relatividad general y la mecánica cuántica. Ambas funcionan cómo el láser en sus respectivos ecosistemas, en las extensiones monstruosas del cosmos y en el reino de lo muy pequeño, donde vibran los átomos, pero no hay forma de que caminen juntas. A encontrar la teoría del todo, Einstein, que rechazaba la física cuántica por caprichosa, dedicó treinta años de encierro. Sin suerte. Los científicos confirmaban hace una semana que el supuesto «Higgs pesado», la misteriosa partícula teóricamente detectada en diciembre, fue una alucinación estadística. Un flash de números que no dicen nada. Con el bosón de Higgs se confirmaba el Modelo Estándar, pero como explicaba el periodista Nuño Domínguez en la revista «Materia», «El bosón y el modelo estándar contribuyen a explicar el 4% del universo, el que compone las estrellas, la Tierra, los átomos que forman nuestros cuerpos, todo lo visible, pero nada del 96% restante». ¿Supersimetría o multiuniverso? Uno de los retos del anillo monstruoso, más de 7.000 científicos, pasaría por desvelar la materia oscura, pero también puede ocurrir que jamás generemos la energía necesaria para que la muy puñetera acuda al reclamo. O que las predicciones del último medio siglo caigan porque buscábamos en la dirección incorrecta. Con el LHC funcionando al doble de potencia que cuando apareció la partícula que conmocionó al mundo seguimos a tientas y, por supuesto, desconocemos si Dios juega a los dados. No imagino un campo de aventuras más embriagador que esos pasillos a cien metros bajo tierra, entre Francia y Suiza, donde zumban miles de ordenadores y los modernos argonautas siguen el rastro del universo. Si los niños de los sesenta soñaban con viajar a la luna, los escolares del futuro tal vez fantaseen con acompañar a Einstein y cía. en su batalla por explicarlo todo. La ciencia, hoy, es la mejor novela de aventuras, el mapa del tesoro y la Hispaniola. El mono que salió de Olduvai viaja por las estrellas.