Angel del Río

En la trinchera

Cuando Esperanza Aguirre decidió retirarse del primer plano de la política, lo que suponía dejar la presidencia de la Comunidad de Madrid, se unieron dos circunstancias, que por separado no hubieran sido suficientes para tomar esta determinación. Por un lado, su situación personal y familiar; por otro, la discrepancia frontal con Génova, con la política del Gobierno de Rajoy, en algunos asuntos fundamentales. Aguirre se iba con la voluntad de apartarse de la presión y el agobio que supone la gestión diaria de un gobierno como el de Madrid, sobre todo en una situación de crisis y en litigio permanente con los planteamientos del Gobierno central, especialmente en lo referido a la política de recortes y al tratamiento que se le estaba dando a la Comunidad de Madrid dentro de la financiación autonómica. Pero Aguirre no se iba -no se ha ido- de la política activa, que ha sido su principal forma de vida desde que probó de ese cáliz, dulce y amargo a la vez, como concejala del Ayuntamiento de Madrid en 1983. Ha pasado un año sin Esperanza en el primer plano de la política, pero ella no se ha mantenido al margen. Ha estado en la trinchera, pero con buena visión del paisaje y del paisanaje que se mueve. Escribe en Prensa, opina en radio, se manifiesta en actos públicos y participa en foros. Se mantiene como referencia ética y política; ni siquiera ha desaparecido de las quinielas de un futuro a medio plazo, aunque ella juegue a hacer como que no está para nuevas aventuras. Ya veremos. Por primera vez no la creo cuando aparenta estar lejos del horizonte de 2015.