Toni Bolaño
Epístolas semanales
El proceso de transición nacional está paralizado. Esta afirmación no tiene su origen en Mariano Rajoy que ha recordado –junto a Cameron, el primer ministro británico– que si una región se independiza sale de la Unión Europa. No tiene su origen en ese discurso del miedo que agitan los soberanistas cada vez que alguien dice una verdad como un templo que no les gusta. No, el origen está en la carta semanal del presidente de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran i Lleida.
El líder democristiano puede ser acusado de muchas cosas y criticado por más, pero no se puede decir que no habla claro. Por eso, en muchas ocasiones se convierte en la bestia parda del nacionalismo irredento y aventurero, y en el Pepito Grillo de los que confunden realidad con sueños oníricos. Con los que viven en un síndrome de confusión plagado de alucinaciones que diluyen la realidad.
En su epístola semanal Duran afirma que confía en remontar pero que, hoy por hoy, el proceso está paralizado. Y señala un culpable: Esquerra Republicana. Con buen tono recrimina a los republicanos sus actuaciones. Primero, que eviten una resolución del Parlament para pedir competencias con la excusa de querer primero la pregunta y la fecha de la consulta. Duran se sorprende porque los republicanos «nunca se habían planteado condicionar la iniciativa legislativa». Segundo, que intenten centrar el consenso sobre la pregunta en su pregunta. Aquí, el líder de Unió les recuerda que la pregunta debe ser «inclusiva y cosensuada». Por eliminación, se entiende que la suya no es ni inclusiva ni consensuada. Y en tercer lugar, Duran no es exquisito en su último reproche «el consenso no pasa por los deseos de ERC».
La carta de Duran augura unas semanas moviditas en el movimiento nacionalista. Marca la posición de Unió con un mensaje subliminal «quién avisa no es traidor». Mas deberá pactar la pregunta y la fecha para garantizarse el apoyo republicano a los presupuestos. Tiene tres semanas escasas para hacerlo. Quizás por eso, Junqueras ha movido pieza y lanzado su órdago robándole la bandera –de nuevo- a Convergencia que deberá consensuar una pregunta que rebajará el techo fijado por ERC sino quiere que Iniciativa se baje del tren en marcha como ya hizo el PSC. No lo tiene fácil Mas. A estas alturas, haga lo que haga, ha fagocitado a CiU que ya no es el «pal de paller». Y lo ha conseguido en un año. Todo un récord.
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