Restringido
Eres parte del problema
Aplicando su lógica, la misma con la que siguen enmerdando 13 años, 5 meses y 12 días después del 11-M, Puigdemont es más culpable que Judas, Colau no se puede ir de rositas y Forn, ese que distingue entre víctimas españolas y catalanas, tiene responsabilidad criminal en los atentados islamistas de Cataluña. Si fueran coherentes, los Iglesias, Monedero y ese rosario de periodistas, artistas y políticos que culparon a Aznar de los 190 asesinados en los trenes de Atocha, tendrían que exigir las cabezas del presidente de la Generalitat, la de la alcaldesa que no puso bolardos y la del inepto consejero de Interior. Ni los fanáticos de Alá mataron entonces porque el presidente español se hiciera una foto en las Azores, ni asesinaron ahora por algo que tenga que ver con la política catalana o hayan dicho sus protagonistas. Nos atacan, no por lo que hacemos, sino por lo que somos y cualquier excusa, hasta los biquinis de la playa de Cambrils o los llaveros que venden los subsaharianos en La Rambla, les sería válida. Nuestro «pecado mortal» a los ojos de los yihadistas es la democracia, la igualdad y la libertad. Es evidente y basta hacer un recorrido por Niza, Berlín, Londres, Helsinki o Bali para certificarlo, pero a nuestros zopencos patrios, sobre todo a los exaltados que Colau y sus compinches colocaron en bloque detrás de las autoridades, no les entrará jamás en la cabeza. Lo más chusco del aquelarre sabatino no fue el mensaje con resonancias 11-M que rezaba en catalán «Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas», sino que también lo enarbolará pegado al Rey y a Rajoy un facineroso apellidado Minoves, cuyo gran mérito en la vida es haber sido el anfitrión en Barcelona del etarra Otegi, corresponsable del asesinato de 21 inocentes en Hipercor. También incongruente, aunque cien veces menos, es que encajen al Monarca entre dos adolescentes musulmanas, como si los matarifes hubieran salido de una iglesia y no de la mezquita de Ripoll. O que en pleno recuento de víctimas el tema de debate en varios medios de comunicación fuera que un cura madrileño había señalado a Colau.
Como escribía en Twitter hace unos días Jesús Palomar, joven profesor de Filosofía, si consideras una provocación innecesaria afirmar que el Islam es machista y homófobo o que una pintada en la mezquita es fomentar el odio pero que una chica irrumpa en la capilla tetas al aire y gritando arderéis como en el 36 es libertad de expresión, «eres parte del problema».
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