Angel del Río

Escasa voluntad de solución

Siempre hay que albergar la esperanza de que en un conflicto tan enconado como el que nos ocupa, la situación dé inesperadamente un giro de ciento ochenta grados y se empiece a ver la luz al final de un túnel que, por el momento, cada vez parece más oscuro y sinuoso, porque se percibe escasa voluntad para llegar a una solución. Las partes se han reunido para hablar de la negociación del convenio, pero no del ERE, que es la madre de todas las batallas que libran los trabajadores del servicio de limpieza viaria con sus respectivas empresas. Siempre es positivo que se produzca un acercamiento, aunque no sea en lo fundamental, pero lo que verdaderamente inquieta es que mientras se atisba una leve posibilidad de volver al diálogo entre las partes, se continúe ejerciendo la violencia, se produzcan acciones vandálicas que han determinado nuevas detenciones. Este clima de tensión en nada favorece las esperanzas de llegar a una resolución del conflicto que no sea traumática. Y a todo esto, en las calles de Madrid continúa amentando la suciedad, acumulándose y esparciéndose los residuos, elevando la imagen indeseable de una ciudad atrapada por una huelga salvaje y la amenaza de una situación de riesgo sanitario, que cada vez se intuye más cercana.

La alcaldesa, Ana Botella, sigue adelante con los planes ya anunciados para impedir que avance el deterioro. Hoy vence el plazo dado para que se cumplan los servicios mínimos; de no ser así, recurriría a que se preste ese servicio por parte de una empresa pública. Se discute sobre las condiciones que deberían darse para que esto fuera factible desde el punto de vista legal, pero lo que no tiene discusión es que se permita que las calles de las ciudad desaparezcan bajo una capa de residuos. La alcaldesa está recibiendo cada vez más apoyos a su iniciativa, sobre todo porque no hay una salida posible si las posturas entre las partes en conflicto siguen enconadas. Da la sensación de que esta huelga sucia se está pudriendo.