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Escatología electoral

Escatología electoral
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Cuando la exhumación de un cadáver se convierte en el acto central de propaganda de una campaña electoral, con la aquiescencia de la Junta Electoral, como remate del proceso judicial vivido en esta cuestión, creo que está todo dicho. Para la Junta Electoral, inaugurar una carretera o un ambulatorio es ilegal en campaña. El macroespectáculo de ayer, no lo es.

Al desenterrar a Franco no solo se ha retirado la pesada losa que cubría su tumba, sino que ha sido levantada la losa de silencio que, cual damnatio memorariae, pesaba sobre su figura desde su muerte. Si Sánchez buscaba votos, dudo que los consiga; si quería saciar sed de venganza, peor para él. Pero ha logrado dos cosas: Resucitar la memoria de Franco, ahora más viva que nunca –con sus luces y sombras–, y abrir en canal nuestra Guerra Civil concluida hace 80 años. Con la quiebra de la sociedad catalana en dos y el impacto emocional producido en el resto de España, necesitamos más que nunca dirigentes capaces de tender puentes, y no empeñados en cavar trincheras. El Sr. Sánchez pasará a la infrahistoria por haber sido protagonista de la «gesta histórica y democrática» de desenterrar un cadáver. La Sra. Calvo, especializada ya en exhumaciones y profanaciones, ha afirmado que este acto «cierra con broche de oro un ciclo democrático».

Poco más se puede añadir a tanta mentira: serán juzgados por la Historia los tibios y cobardes que se han puesto «de perfil».