Agustín de Grado
España real
En un lúcido ensayo, Revel planteó a finales de los 80 una tesis que sigue siendo válida. La dificultad para ver las cosas como son y actuar juiciosamente no se debe a la falta de información. La información abunda y ahora más que nunca está al alcance de cualquiera. Hay casos complejos en los que no siempre sabemos todo lo que necesitaríamos para comprender y actuar. Pero son más los ejemplos de situaciones en que juzgamos y decidimos fundándonos en informaciones que sabemos falsas, o sin querer tener en cuenta informaciones totalmente ciertas. El enemigo del hombre, como siempre, está dentro de él. «Pero ya no es el mismo: antaño era la ignorancia, hoy es la mentira», concluye Revel en «El conocimiento inútil».
Entre los defectos de Rubalcaba no está la ignorancia, pero optó por presentarse ante Rajoy como notario de «la España real» con un inventario de calamidades que parecían más propias de Benín. Rubalcaba encarna una impotencia: ejercer de oráculo de la realidad cuando su empeño en ocultarla otrora agudizó nuestros padecimientos. ¿Ha leído a Solbes? «Sabíamos que dañaríamos a España y a los españoles». La frase pertenece al libro que relata el engaño de aquellos gobiernos en los que participaron. Rajoy recibió una nación abocada a un rescate dramático. Es pronto para aventurar si, tras doblar el embravecido Cabo de Hornos con sacrificios que dejarán secuelas, disfrutaremos de un Pacífico abierto. Rajoy no lo ha hecho. Su prudencia se llama seis millones de parados. Pero negar que el horizonte ahora es distinto al de hace un año sólo obedece al interés de quienes pretenden sobrevivir a sus propios fracasos logrando que la mentira sustituya a la verdad.
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