Alfonso Ussía
Filósofo
Los diablos de las imprentas. En «La Voz de España» de San Sebastián se publicó la siguiente e interesante crónica de sociedad: «La bellísima hija del Gobernador Civil bailó el primer vals con su padre que era acosado por el párroco de San Ignacio, el cual, al fin consiguió pasar el balón a Arieta, que incomprensiblemente falló un gol cantado. Al finalizar el vals, los invitados congregados en el Real Club de Tenis obsequiaron al señor Gobernador un coche y una monumental pitada». Eso es una crónica de sociedad y no las de ahora, tan concretas y aburridas. Que un Gobernador Civil baile con su hija mientras es acosado por un párroco que consigue centrar a Arieta, que éste falle el gol y que los invitados le regalen al Gobernador un coche y una pitada monumental, no sucede todos los días. Se trató, como es de suponer, de una errata encadenada en un párrafo compartido por diferentes acontecimiemtos sociales, religiosos y deportivos.
Lo he transcrito en alguna ocasión. Me refiero al párrafo inicial de la novela de Stephen Leacock «Un Cuerpo en la Playa». Aquí no hay errata, sino un alto sentido del humor. Leacock nos pone en situación y nos regala el escenario en el que se suceden los hechos de su narrativa: «La tormenta se encrespaba aquella noche en la costa oeste de Escocia. Por lo demás, eso no tiene importancia para esta historia, que no se desarrolla allí. El tiempo era tan malo en la costa este de Irlanda. Pero la escena de este relato se sitúa al sur de Inglaterra». Magistral truco para mantener en tensión al lector.
Pero nada comparable al texto del «Gorrión», como le ha motejado don Pedro Narváez. El gorrión filósofo, el ilustre becario de la Universidad de Málaga, y hoy portavoz consorte del Ayuntamiento de Madrid, don Íñigo Errejón. Vuela muy alto en los espacios del pensamiento, y leyendo sus conclusiones filosóficas me ha invadido un lacerante complejo de inferioridad. No he conseguido interpretar sus palabras, y por mucho que lo intento de nuevo, vuelvo a fracasar.
Es un mensaje tuitero, escrito el pasado 19 de junio. Dice así, dejando al libre albedrío de sus lectores la exégesis del texto.
“«La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación-apertura». El principio del mensaje es clarísimo, pero más adelante se enturbia. De siempre se ha sabido que la hegemonía se mueve en la tensión. Ahí no cabe ni un celemín de duda. Una hegemonía que no se mueva en la tensión, ni es hegemonía ni es nada. Pero afirmar que esa tensión experimenta el movimiento de la hegemonía entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales, es un hallazgo de muy reciente descubrimiento. Para mí, que forma parte del estudio que no entregó en la Universidad de Málaga mientras estuvo cobrando de la Universidad de Málaga. Que eso está clarísimo, y me refiero a la Universidad de Málaga, no a la de Sevilla, que no tiene nada que ver en este negociado. Todo lo anteriormente comentado es diáfano y cristalino. Pero se me ha embrollado en la mente la conclusión definitiva, «Afirmación-apertura». Ahí me pierdo. Me distrae el guión intermedio. De haber sustituído el guión por la conjunción copulativa «y», la comprensión anidaría en mi atribulado sector interpretativo. «Afirmación y apertura». Ahí sí, bien y muy bien, Errejón. El guión es lo que despista, porque el resto es de una elegante y elemental simpleza intelectual.
Puede ser que también estuviera bebido. «In vino veritas». Le salió el cursi pedante que lleva dentro. «Pedantería y cursilería», o a su estilo escrito «Pedantería-cursilería». De cualquier manera, sencillamente impresionante y digno del más enardecido elogio. Filósofo.
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